El 4 de abril de 2012 se cumple un año del retorno pacífico de los campesinos y campesinas desplazados de la hacienda Las Pavas (Sur de Bolívar), uno de los casos más emblemáticos del conflicto por la tierra que ha caracterizado la historia reciente de Colombia.
Con la fe que los ha caracterizado desde el inicio de su lucha, las familias agrupadas en la Asociación de Campesinos de Buenos Aires (Asocab) recordaron el acontecimiento con una caminata entre este corregimiento y la hacienda, donde desde entonces permanecen asentados a la espera de que los organismos estatales a cargo del proceso tomen una decisión al respecto.
No ha sido un año fácil, el invierno destruyó los primeros cultivos de plátano, arroz, yuca y maíz; los intentos de dividir y debilitar a la comunidad por parte de las compañías palmeras que explotan las tierras no han sido pocos, según los miembros de Asocab: Creación de una organización campesina paralela, acoso laboral a los trabajadores de la hacienda que demuestren algún tipo de simpatía hacia las familias retornadas, bloqueo para impedir la llegada de los alimentos y materiales de construcción a la comunidad, maniobras judiciales fraudulentas, además de un fuerte ataque mediático a final del año pasado en el cual se pretendió presentar a los ‘paveros’ ante todo el país como falsas víctimas e incluso vincularlos con organizaciones guerrilleras.
En medio de la incertidumbre sobre el desenlace del proceso legal y de los oscuros recuerdos de aquellos días en que por el brazuelo de Papayal pasaban los cadáveres mutilados, rastro del paso de los paramilitares por esta región, hoy en Las Pavas hay espacio para la esperanza: Hombres y mujeres trabajan hombro a hombro preparando la tierra y sembrando de nuevo el plátano, la yuca, el maíz y el arroz que el año pasado no prosperaron, están empeñados en construir una escuela y confían como desde el primer día en que el tiempo les dará la razón, en que podrán de nuevo, como en los mejores tiempos, cultivar sus propios alimentos para garantizarle a sus hijos una vida digna.
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