Antonio García, jefe militar del ELN: “Ojalá fuera mañana el momento de firmar los acuerdos”
Primera entrevista exclusiva después de la realización del V Congreso del ELN
En la primera entrevista exclusiva después de la realización del V Congreso del ELN, Antonio García, integrante de la Comandancia Central de la guerrilla desde los ´80, insiste en que la paz no se dará sólo acordando con las fuerzas insurgentes: “Nosotros no podemos negociar en nombre de la sociedad colombiana”, aclara. Además, explica por qué el tema narcotráfico no es parte de la agenda y cuestiona el proyecto y el concepto de democracia del actual presidente colombiano.
La clandestinidad en la que la totalidad de los miembros del ELN siguen forzados a mantenerse impone que la entrevista deba desarrollarse por medios intrincados, también clandestinos. En este caso, el intercambio se da vía internet. Un diálogo entrecortado pero de ida y vuelta, aunque para ello hubiera que esperar horas o días para recibir las respuestas. Una conversación mediada por mecanismos básicos de encriptación, condiciones que impone la fuerza guerrillera como parte de una cadena de “postas” informáticas que garanticen la seguridad del entrevistado.
El medio obliga a imaginar su tono de voz, sus gestos; pero a la vez deja constancia directa de sus respuestas, que aquí se vuelcan tal cual las escribió, sin mayor necesidad de edición periodística. Sus palabras expresan un panorama más complejo y profundo respecto a las expectativas a corto plazo generadas tanto por declaraciones oficiales como por analistas que anuncian la “inminencia” de una solución al conflicto en Colombia: “La paz no es simulacro político y manejo mediático; un mal acuerdo puede ser más perjudicial que el mismo conflicto que vivimos”, advierte.
¿Cuál es la agenda concreta que ya está acordada entre el ELN y el gobierno?
Hasta ahora, los puntos que se han ido trabajando y aún faltan concluirse son: 1. Participación de la sociedad. 2. Democracia para la paz. 3. Transformaciones necesarias para la paz (aún sin tratar). 4. Víctimas. 5. Fin del conflicto armado (aún sin tratar). 6. Implementación del acuerdo y refrendación de los mismos.
Aún con dos aspectos decisivos pendientes, ¿cuál es el margen de avance en cada punto?
En el primero, participación de la sociedad, el objetivo es que el proceso de paz incida o modifique el curso mismo de la dinámica política que el país conoce y ve. Del segundo, democracia para la paz, la discusión y definición de qué debe hacerse para darle vida a una democracia plena, real, aspecto que le corresponde asumirlo a la sociedad en pleno. En el tercero, transformaciones necesarias para la paz, los aspectos por transformar los debe identificar la misma gente, tomando en cuenta que la paz no tomará forma y contenido un día después de firmar los acuerdos. Para el cuarto, víctimas, es fundamental superar en conjunto: el desplazamiento y sus causas, verdad, justicia, reparación, no repetición, perdón y no olvido. … Y sí, no olvido, pues es la única manera de proceder para que el cúmulo de violaciones a los derechos humanos que los más pobres del país han vivido, no llegue a repetirse: son temas, enfoques y reivindicaciones que deben abordarse de manera directa con las víctimas, no con nosotros.
¿El tema del narcotráfico no está entre los puntos hasta ahora tratados?
Cuando el ELN tuvo el interés para trabajar por la superación de este fenómeno pocos se interesaron. Nosotros hemos sido claros y explícitos en que nada tenemos que ver con el narcotráfico, no tenemos ni hemos tenido cultivos, ni laboratorios, menos rutas o negocios, tampoco distribución de ningún tipo. Entendemos que es un fenómeno que ha permeado a la sociedad y al Estado, y el ELN estará dispuesto a hablar sobre el tema cuando la sociedad pueda tratarlo en su conjunto. Por otro lado el Estado le dio la franquicia de ese negocio a los paramilitares y usarán sus utilidades para agredir a las comunidades y hacer contrainsurgencia. El Estado fue un aliado de los paramilitares.
¿Cómo, en qué circunstancia, se dio el primer encuentro con el gobierno del presidente Santos?
Santos nos buscó. Sucedió hace dos años, a finales de agosto de 2012, justo cuando oficializaron el acuerdo de La Habana con las Fuerzas Armadas Revolucionarias -FARC-. Fue el gobierno venezolano quien propició la ocasión: aprovechó una cita que nos brindó para escuchar nuestra lectura sobre la realidad vivida en Colombia y nuestra visión sobre la paz en el momento.
¿Cuál fue la reacción de ustedes?
El gobierno colombiano conoce de sobra nuestra disposición para el diálogo, pero nosotros no queríamos apostarle a la incertidumbre, pues Santos tiene un discurso ambiguo, habla de paz y de guerra al tiempo. Pero ante la sugerencia del presiente Chávez aceptamos escuchar a los emisarios del gobierno de Santos.
¿Qué resultó de ese cara a cara?
Escuchamos sus puntos de vista, que no eran nuevos y que tienen que ver con lo que ellos llaman criterios para establecer un diálogo con la insurgencia: confidencialidad, diálogo directo y en el exterior. Varios de esos criterios no los compartimos, pero de todas formas acordamos que en un mes nos veríamos de nuevo.
¿Cómo se inició ese diálogo, qué tema trataron en primer orden?
Como sucedió en otras ocasiones, esta tampoco fue distinta. El mes de plazo se transformó por obra de ellos en siete, y la siguiente jornada de trabajo acordada para dentro de cuatro semanas se pudo realizar con 8 meses de retraso. El inicio de la exploración tuvo un alargue o incumplimiento de treinta y dos semanas. Es decir, hubo una pérdida de 15 meses, que no es culpa nuestra. Pese a eso, el gobierno en ocasiones dice que este proceso “marcha lento” o “con retardo” por culpa nuestra. Para nosotros la lección quedó aprendida: el gobierno no tiene prisa ni urgencias por la paz, así diga lo contrario.
¿Cuántas reuniones directas entre las partes se han realizado hasta ahora?
Van cerca de 15 reuniones y tres largos ciclos de intercambio durante un año. Cada ciclo toma, en promedio, dos o tres semanas de trabajo contínuo. Las reuniones son útiles para desatrancar asuntos de la agenda y detalles operativos.
¿De los que ya mencionó como parte de la agenda común, cuáles han sido los temas más empantanados?
Todos. Aunque suene raro, esto es así como resultado de una lógica de imposición con la cual el gobierno llega a cada cita. El Gobierno veda, impide acercarnos a temas como son: Fuerzas Armadas, economía, Estado, soberanía nacional, cuestiones todas vinculadas a la génesis del conflicto. Son tantas las prohibiciones, que surge una pregunta: ¿de qué vamos a dialogar? Es evidente que la pretensión del gobierno Santos es someternos. Una intención sin preocupación por la solución de los problemas del país. La única materia que les interesa, es la de las armas y la rendición.
Teniendo en cuenta los resultados negativos de anteriores procesos de diálogo, ¿cree que este intento sí saldrá airoso? ¿Con qué certezas se presentan a este nuevo intento?
Por nuestra parte, podemos enumerar cinco certezas:
1. La insurgencia no va a negociar por la sociedad, ni la llegada al acuerdo de paz garantizará que la vida cotidiana sea menos traumática que la vivida con el conflicto.
2. Una solución política del conflicto colombiano será viable en la medida que el Estado reconozca la naturaleza política del conflicto. De tal reconocimiento se desprende el carácter de las mismas medidas o reformas que es necesario cumplir para remover las causas del conflicto, entre las cuales hay entre otras, una importante: el cambio de la doctrina militar que orienta el accionar de las Fuerzas Armadas.
3. Para que la negociación que apenas estamos redondeando en su estructura formal gane dinámica, es fundamental que el Estado deje a un lado su insuperable lógica de que la contraparte va a incumplir.
4. La paz no es un problema de simulacro político y manejo mediático, con una dosificación que el establecimiento va entregando a la sociedad de acuerdo a los intereses del Estado o del mismo Ejecutivo. No puede ser así. Es necesario un manejo abierto de las Mesas de paz, que motive y haga partícipe en estos procesos al conjunto nacional.
5. Es fundamental una democratización de la sociedad colombiana. Es indispensable que el estado y que la clase política reconozcan el carácter político del conflicto. Un sine quanom para nosotros, para poder arrancar y ganar confianza en las posibilidades de un diálogo.
El ELN es una fuerza alzada en armas. ¿Por qué esa insistencia en remarcar la naturaleza política del conflicto?
Mientras no acepten esta premisa, las soluciones que definan serán erróneas…. No podemos aceptar que el carácter del conflicto es ideológico, como sucedió en la Guerra Fría, porque no lo es. Tampoco que tiene por motivación el enriquecimiento ilícito, y por tanto, que su motor es el narcotráfico, porque esta no es la realidad ni es nuestro quehacer. Menos, que su naturaleza descansa en el terrorismo. No, su naturaleza es política pues así permite afirmarlo el contexto en medio del cual surgió y en el cual se prolonga por cincuenta años.
¿Cómo calificaría al gobierno de Santos y su interés por la paz?
La política de paz de Santos es de pacificación, de sometimiento. El poder quiere aumentar tranquilo las ganancias; resalta que con el acuerdo de paz pretenden institucionalizar todo lo que es funcional al modelo neoliberal. Asumen convencidos que cuentan con una ventaja militar y que la pueden aprovechar políticamente.
Entonces, ¿qué pretende el ELN de estas negociaciones?
Establecer una agenda que abra y permita a la sociedad colombiana, por si misma (nosotros no podemos negociar en su nombre), identificar y definir el país que sueña y que es posible hacer realidad. Un mal acuerdo puede ser más perjudicial que el mismo conflicto que vivimos. Nosotros no tenemos afán de firmar cualquier acuerdo. Pues, dada su trascendencia puede perjudicar al país. Hacer un correcto uso del tiempo en la construcción de una agenda y su diseño para una solución es esencial en cualquier diálogo.… Los delegados del gobierno insisten en que todo será cumplido. Nosotros demandamos realizaciones inmediatas, medibles. Que la sociedad pueda gozar de inmediato transformaciones en su vida cotidiana, como garantía de que sí hay un cambio en el establecimiento. No solo repetir promesas.
¿Qué ejemplo puede mencionar de eso que define como indefinición gubernamental?
Ante demandas nuestras referidas a la ausencia de democracia real, ellos ofrecen garantías que ya están en la Constitución pero que no se cumplen. Lo correcto sería evaluar por qué no se cumple el mandato de la Constitución. Es decir, para el gobierno en Colombia hay democracia y para nosotros no es así. ¿Cómo nos pueden ofrecer como garantía una Carta de Derechos que ellos mismos violan constantemente?
¿Por qué a pesar de los intentos por dialogar, el conflicto no mengua?
. Este gobierno, así como los anteriores, no tiene una política de paz propiamente. Están parados en los manuales de negociación, por eso apenas repiten la premisa de que la insurgencia está derrotada. Una postura que supuestamente les permitiría un acuerdo rápido, en tanto la insurgencia estaría urgida de firmar y salvarse.
¿Cómo cree que va a afectar este proceso a la coyuntura electoral 2015?
Ya lo afectó. El gobierno utilizó la paz para polarizar al país con propósitos partidistas. Pero hay que resaltar que la paz no puede ser objeto de los intereses privados, la paz debe ser un proyecto colectivo. Por eso, en las elecciones que vienen sería muy importante que la paz sea bandera de todos los movimientos y partidos, constituyéndose en una manera de vincular a todas las regiones a esta coyuntura de solución política del conflicto.
¿Qué tiempo le dan a esta negociación?
Nadie puede determinarlo pues las variables son muchas. Para nosotros, ojalá fuera mañana el momento de firmar los acuerdos. Como hemos dicho, basados en hechos reales no en supuestos; para facilitar el desarrollo de cualquier agenda estamos dispuestos a trabajar con la intensidad y dedicación que sea requerida.