Con el TLC se pone a competir, en condiciones desventajosas para Colombia, a nuestro débil aparato productivo con la primera economía del mundo, fuertemente exportadora de productos agrícolas, industriales y de servicios y decenas de veces más grande. El texto del tratado establece un proceso rápido de desgravación arancelaria, única forma de protección de la producción nacional, con ello peligran no solo los arroceros, avicultores, lecheros, cerealeros, algodoneros, sino los pequeños y medianos industriales. También se da pleno acceso a los capitales estadounidenses sin la posibilidad de establecer unos mínimos condicionamientos, de tal forma que en lugar de la depredación ambiental y el saqueo de los recursos y el trabajo nacionales, contribuyan al desarrollo. Los exportadores de ese país se están frotando las manos y los productores colombianos deberían estar seriamente preocupados.
Con el TLC el Estado Colombiano se priva de la posibilidad de controlar los flujos especulativos, los precios de los medicamentos, y se sustrae de promover el fortalecimiento del mercado interno, la industrialización y el desarrollo social. Esto se debe a que en todos los campos se instaura el predominio de la iniciativa privada y el afán de lucro, el Estado colombiano limita su radio de acción y debe adaptar su legislación a las normas estadounidenses.
Durante los años en que estuvo vigente el ATPDEA, que eliminaba aranceles en Estados Unidos para miles de partidas, Colombia sólo exportó a ese país unas decenas de productos, principalmente básicos y sin mayor elaboración, lo cual demuestra las limitaciones estructurales de nuestra oferta exportable. En ese tiempo no sólo no se desarrollo una nueva capacidad exportadora sino que aumentó sensiblemente la pobreza, el desempleo y la concentración de la tierra.
El gobierno colombiano en lugar de estar elevando el nivel de vida de la población para fortalecer la producción agraria e industrial, ha decidido, apostar todo el futuro del país a que algunos empresarios tengan “oportunidades de negocios”. El precio que paga es la pérdida de la soberanía nacional.
El “Plan de Acción” Obama – Santos, no fue sino un pretexto para atenuar la oposición de sectores del partido demócrata al TLC, pero la realidad laboral no ha cambiado. Más allá de los asesinatos de sindicalistas, las sucesivas reformas laborales han deteriorado las condiciones laborales y debilitado a los sindicatos. Las cooperativas de trabajo que burlan los derechos de los trabajadores se mantienen en otras formas.
El TLC consiste en la profundización de un modelo económico que condujo al mundo a la crisis que se vive desde 2008 y representa la consolidación, mediante un tratado internacional, de las políticas de apertura económica que han llevado al país a la grave situación que vivimos.
Enrique A. Daza G. Vocero de la Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio, RecalcaAUDIO "Los tratados se deshacen como se hacen"
Hay una gran cantidad de productos y sectores afectados con el TLC y que prácticamente van a desaparecer. En la medida en que nos inunden con productos baratos subsidiados el desempleo aumentará vertiginosamente, es una verdadera falacia que se diga que aumentará el empleo en Colombia con este tratado.
Descargar entrevista de Contagio Radio o escuchar en linea.
El document que recoloniza a Colombia
Un día como hoy hace 519 años los españoles llegaron a este territorio y posteriormente lo colonizaron. Durante tres siglos nuestros hombres, mujeres y niños, nativos y esclavos fueron humillados, desterrados y asesinados. Nuestras riquezas naturales, culturales y sociales arrasadas y saqueadas.
El 7 de agosto de 1819, tras años de valiente lucha, el último soldado español fue derrotado y Colombia logró su independencia.
La aprobación del TLC entre Estados Unidos y Colombia, el 12 de octubre de 2011, no es una noticia más para los colombianos. Se trata de la decisión política más trascendental en toda su historia republicana. Con el TLC se decreta legalmente la recolonización de Colombia, esta vez a manos de las multinacionales estadounidenses, las más poderosas que hayan existido.
Quienes negociaron el TLC, quienes lo aprobaron en el Congreso, quienes lo declararon constitucional y, por supuesto quienes promovieron su aprobación en Estados Unidos, son traidores a la patria; no les cabe otra definición. Son traidores porque con un documento renunciaron a la obligación constitucional de controlar la economía y el territorio. No los derrotó un ejército; firmaron a voluntad un tratado supraconstitucional que no tiene fecha de vencimiento.
A partir de la implementación del TLC con Estados Unidos, las personas que dirigen esta nación no podrán tomar ni una sola medida que afecte a una empresa estadounidense en sus expectativas de ganancia. Dentro del tratado esto es considerado como un “obstáculo injustificado al comercio”, delito económico que se resolverá en un tribunal de arbitramento internacional del Banco Mundial, controlado por Estados Unidos.
La producción colombiana en campos y ciudades tendrá que competir con los monopolios agrícolas, industriales y financieros más grandes del planeta, pero no en igualdad de condiciones. Mientras Colombia renunció a cualquier medida de protección, Estados Unidos mantendrá sus ayudas internas, multimillonarios subsidios que permite a sus productores vender más baratas sus mercancías. Se acabará lo que queda de maíz, arroz, pollos y lo que queda de industria. Obviamente también los empleos que generan. Con una economía sin control estatal, Colombia se inundará de capitales especulativos que extraerán el ahorro interno, obligando a vender cada vez más recursos naturales para conseguir los dólares que comprarán cada vez menos celulares, computadores y comida. A esto le llaman ventajas comparativas. ¿Cuántos bananos hay que vender para comprar un blackberry? Esta fórmula, según los áulicos neoliberales, desarrollará a Colombia.
El TLC con Estados Unidos provocará un saqueo más atroz que el producido por la colonia española. El oro que se llevaron los españoles lo sacaron con palas y picas. Ahora extraen carbón, petróleo, níquel y, claro, el oro que queda, con toneladas de explosivos, enormes retroexcavadoras, trenes, camiones de 320 toneladas, bolsas de valores y todo el gobierno a su servicio. A esto Juan Manuel Santos lo llama “locomotora minero-energética”. Cuando se agoten los recursos minerales no habrá con qué comprar más comida. A esto el Presidente lo llamó hoy “el tratado más importante que hemos firmado en nuestra historia” y “un día histórico para los trabajadores colombianos”.
No existe ni un solo estudio serio, ni una sola cifra que pruebe los beneficios para Colombia. Si los hay, que los muestren. No habrá un solo sector que sea capaz de competirle al agro y a la industria gringa. Los supuestos ganadores no son más que un mito. Al supuesto mercado de 300 millones de personas no le cabe una taza más de café, ni una rosa más. El mismo gobierno se ha encargado de clarificar esto. Quedarán en la memoria frases como: “Los acuerdos comerciales juegan un papel importante para mantener e incluso incrementar las exportaciones estadounidenses”. “Buscar que dentro de esa apertura que requieren los Estados Unidos para el crecimiento de su economía, avance el TLC de Colombia”. “A quien más le conviene en los actuales momentos el TLC de EE.UU. con Colombia es al gobierno de los EE.UU”, todas pronunciadas por funcionarios colombianos que hoy celebran su aprobación. Tienen motivos para hacerlo: su felicidad viene acompañada de las prebendas que deja la traición.
Para el resto de los colombianos vendrá hambre, miseria y atraso. Será la triste prueba de las advertencias realizadas en centenares de debates, conferencias, escritos y constancias del senador Jorge Robledo, Aurelio Suárez, y las acciones de miles de colombianos patriotas y decenas de organizaciones reunidas en Recalca. Inevitablemente todos los colombianos sufriremos las consecuencias del TLC, incluso quienes por dogmatismo o desconocimiento lo respaldan. “No puede haber empresas sanas en un país enfermo”, dice Emilio Sardi, industrial que ha sido leal a su país. Pero los nefastos resultados que traerá el TLC vendrán también acompañados de la lucha del pueblo colombiano que se organizará y se unirá, como hace dos siglos, para recuperar la soberanía y la dignidad de sus gentes.
Fuentes : MOIR
Pequeños agricultores colombianos preocupados por TLC
CAJICA, Colombia -- Mientras el gobierno del presidente Juan Manuel Santos desborda de alegría por la aprobación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el panorama es muy distinto en los campos, donde los pequeños productores agrarios se preguntan si podrán afrontar la competencia de los estadounidenses y mantener sus trabajos.
En los departamentos de Cundinamarca y Boyacá, origen del 30% de la producción de leche del país, por ejemplo, hay dudas por las consecuencias del tratado y si pequeños lecheros, por ejemplo, podrán enfrentar la competencia.
Con las manos un poco humedecidas tras ordeñar a una de sus 12 vacas pasadas las seis de la mañana, Reinaldo Cardona deja caer su mirada por la verde pradera y se encoge de hombros.
"No, yo de eso, el tratado, la verdad no sé", dice Cardona, un campesino de 42 años, en voz baja mientras se acomoda sobre la cabeza una gorra roja.
A poca distancia, su esposa Margarita María Jaramillo agrega que "lo que uno escucha (en los medios y entre colegas productores) es que el precio se va a ir al piso".
Y si el precio cae "saldremos del ganado y lo vendemos, ¿qué más se puede hacer?", agregó Jaramillo, también de 42 años, mientras intenta acallar tres perros negros que rondan por los pastos donde mantienen su docena de vacas en Cajicá, a unos 30 kilómetros al norte de Bogotá.
Aunque el gobierno de Santos ha dicho que el acuerdo comercial, aprobado por el Congreso en Washington el 12 de octubre, es un hecho histórico porque le brinda acceso a esta nación andina de 46,2 millones de habitantes a 300 millones de consumidores en la economía más grande del mundo, desde el propio gabinete el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, y dirigentes de gremios agrícolas han advertido los riesgos para sectores como el lechero y el arrocero debido a que no están suficientemente tecnificadas para enfrentar la competencia.
La mayor incógnita es si esos sectores productivos colombianos podrán adaptarse, mientras el tratado entra en vigencia, competir e incluso sacar provecho de la apertura, dijeron directivos gremiales y analistas consultados por la AP.
El tratado estuvo estancado por tanto tiempo, desde su firma en noviembre del 2006, a la espera de aprobación legislativa porque congresistas del Partido Demócrata de Estados Unidos y activistas decían que Colombia no merecía tener el acuerdo hasta tanto mejorara su récord en protección y detener asesinatos de sindicalistas.
Y la mayoría de los demócratas votaron en contra del tratado en un desafío a la Casa Blanca, que sostiene que Colombia sí merece el acuerdo por ser su leal aliado.
Santos dijo que el tratado "es en términos comerciales el más importante que hemos firmado en nuestra historia".
Pero entre algunos pequeños agricultores persisten dudas y si se podrán adaptarse a aranceles que llegarán a cero en un período de 19 años, como en el caso del arroz.
Un estudio realizado por tres economistas colombianos en 2009, y que fue parcialmente financiado por Oxfam Internacional, dijo que los 1,4 millones de hogares de pequeños agricultores verían su ingreso caer 10,5% por el tratado. Productos como el pollo, el cerdo, trigo y granos serían especialmente golpeados debido a las importaciones de productos subsidiados de Estados Unidos.
Por VIVIAN SEQUERA Y FRANK BAJAK The Associated Press