El próximo 17 de julio el turno de paro le toca a los mineros nacionales artesanales, pequeños y medianos, a quienes el Estado ha intentado acabar durante más de una década. A la “locomotora minero-energética” de Santos no le sirve este tipo de minería, por el contrario, le estorba. El gobierno decidió que los únicos que pueden hacer minería, actividad esencial en la sociedad, son las grandes empresas foráneas, como las que operan en Guajira, Meta, Cesar Córdoba y Antioquia, a quienes solo les preocupa llenar sus arcas a costa del impacto ambiental, social, laboral y económico que están provocando en Colombia.
A través de múltiples tácticas que van desde el engaño hasta la estigmatización, el gobierno de Santos ha intentado en los últimos meses desacreditar las razones de cientos de miles de colombianos que acuden al paro como último recurso, ante la ruina provocada por quienes nos mal gobiernan.
Lo novedoso no es que las gentes se vayan a paro. Lo grave es que al calendario no le alcanzan los días para programar las protestas de los sectores que hacen fila para quebrarse. Basta con abrir cualquier diario nacional, para ver que sus titulares parecen avisos exequiales de la industria y el agro. Frente a estos hechos evidentes, Santos responde con más tratados de libre comercio y más confianza inversionista al capital extranjero, causas principales del desastre económico del que solo un puñado se escapa.
¿Cuál es la alternativa para estos productores colombianos? Resignarse a desaparecer, generando más pobreza, o luchar para salvar su única actividad económica, en un país –no olvidemos- con la tasa de desempleo más alta de América Latina y donde la desigualdad nos ubica más cerca de Haití, Angola y Comoras, que de los encumbrados “socios” de Santos en Estados Unidos, Europa y Asia.
Por eso se van a paro. Lo único que están pidiendo es que los dejen trabajar, que no los persigan más, que no los pongan en el mismo costal con los grupos armados ilegales, que no los saquen de sus territorios para entregárselos a la gran minería transnacional. ¿Habrá algún colombiano patriota que se oponga a esto?