Por Pablo Solana*/Resumen Latinoamericano, 5 de junio de 2016 – La última década ha sido de ascenso de la lucha popular en Colombia. Las mingas indígenas, paros agrarios, luchas ambientales y protestas urbanas fueron confluyendo en un espacio unitario: la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular, donde conviven distintos sectores sociales organizados y movimientos políticos.
Nacida después del histórico paro agrario y popular de 2013, la Cumbre se mantiene unida, potencia las luchas, respeta las diferencias y así logra escenarios de protagonismo popular que ponen en jaque al gobierno neoliberal, como está sucediendo por estos días. En la madurez de un movimiento popular que acumula décadas de resistencia a una guerra librada por las fuerzas armadas más poderosas del continente y patrocinada desde siempre por los EEUU, está la clave de una fortaleza que puede iluminar al resto del movimiento popular en Nuestra América para afrontar la restauración neoconservadora que amenaza la región.
Minga Nacional, primera semana
Más de 100 puntos de concentración se establecieron en al menos 17 departamentos del país, incluyendo zonas estratégicas como el bloqueo de la vía Panamericana, el puerto de Buenaventura, zonas petroleras y las principales ciudades. Fuerte protagonismo del movimiento indígena, sectores campesinos y afros, movilizaciones urbanas, estudiantiles y de sectores sindicales como los maestros y los transportistas, caracterizan la primera semana de protestas que ya contó con violentas represiones. Los manifestantes responsabilizan al ESMAD (Escuadrón Móvil Antidisturbios, cuerpo militarizado de la policía) por la muerte de tres manifestantes en el suroccidente del país, mientras suman 134 los detenidos en Santander[1], y se estima en más de 100 los heridos por distintos hechos de represión durante los primeros días. A eso se suma la amenaza paramilitar de las Águilas Negras: “Se les ordena que cesen sus actividades ya. Nada de paros, pues los tenemos ubicados, nuestros militantes los aran (sic) caer uno a uno”, advirtieron por medio de panfletos en Tolima y correos electrónicos de las organizaciones protagonistas de la protesta.
La reunión entre los delegados de la Cumbre y los ministros del Interior, de Agricultura y del Posconflicto realizada ayer sábado en Cali no mostraron avances. Desde la Cumbre se reclama que deje de darse trato militar a la protesta social, pero el gobierno se niega a reconocer su responsabilidad en la represión y las muertes. “Si no hay acuerdo sobre el tema de las garantías para la protesta, no hay posibilidad de avanzar en los otros puntos”, afirma Sebastián Quiroga, vocero del Congreso de los Pueblos. Ante el desacuerdo, los bloqueos y movilizaciones seguirán.
Breve descripción de los actores de un proceso de unidad
La Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular se constituyó formalmente en marzo de 2014 como plataforma unitaria de los sectores populares. Desde entonces demostró capacidad de movilización, pero también cohesión interna e incidencia política. Después de los paros del 2013 (el paro cafetero de abril, el convulsionado paro del Catatumbo en mayo y el masivo Paro Agrario de agosto) las organizaciones realizaron un balance positivo por el fuerte peso social y político que habían adquirido las protestas, pero también notaron aspectos críticos en cuanto a la dispersión organizativa de los distintos actores sociales: pliegos diferenciados y negociaciones reivindicativas por regiones. Fruto del balance realizado, las principales organizaciones decidieron impulsar un proceso unitario de varios meses que derivó en la conformación de la Cumbre. Desde su constitución a la actualidad, la Cumbre mantiene una notable estabilidad en cuanto a las organizaciones participantes, más allá de los debates internos.
Un aspecto funcional a la unidad del espacio es la amplitud del ambicioso pliego consensuado. Los acuerdos internos abarcan todas las demandas sectoriales desde un enfoque político, lo que da como resultado un programa integral más que un pliego reivindicativo sectorial. Los ocho ejes temáticos se enmarcan en el reclamo de “reconocimiento político” de los derechos de los sectores populares[2]. El anhelo de que esos derechos y ese reconocimiento político se plasme en legalidad institucional seguramente requiera un camino arduo de más luchas y más presión popular, pero el camino está iniciado y las permanencias tanto de la unidad, como de la firmeza en las negociaciones con el gobierno a pesar de los intentos de fragmentación y las dificultades, resultan buenos augurios.
Puestos a enumerar a los distintos actores sociales y políticos que confluyen en la Cumbre, según el mayor dinamismo que aportan en la actual coyuntura, encontramos al Congreso de los Pueblos y el Coordinador Nacional Agrario (CNA); la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), el Proceso de Comunidades Negras (PCN); Marcha Patriótica, Anzorc, MIA y Fensuagro (aunque esta vez no movilizaron como en coyunturas anteriores) y otras organizaciones de peso regional o sectorial.
Describir brevemente las particularidades de los distintos actores que conforman esta experiencia unitaria ayudará a comprender los puntos fuertes de esta alianza popular, y también sus riesgos y debilidades.
Congreso de los Pueblos: Se trata de un espacio de articulación nacional de diversos sectores sociales y políticos, que propone el desarrollo de un proceso de “legislación popular” para elaborar “mandatos” que permitan la construcción común de un “Plan de Vida Digna” para los pueblos de Colombia. Desde su constitución en octubre de 2010 plantea 7 ejes temáticos que funcionan a modo de programa, lo que cohesiona a los distintos sectores y tendencias que lo integran[3].
Durante los últimos meses este sector tomó protagonismo por su decidida apuesta a la realización del nuevo paro en curso. La posición crítica respecto al modelo económico que lleva adelante el gobierno, le permite avanzar en dinámicas de lucha sin vacilar.
El Coordinador Nacional Agrario (CNA) agrupa a todas las asociaciones y colectivos campesinos de base del Congreso de los Pueblos. Tiene fuerte presencia en Nariño, Huila y Cauca en el suroccidente; Arauca en el oriente; Catatumbo en el Nororiente; Sur de Bolívar hacia el norte; Antioquia al noroccidente; y aunque con menor fuerza, desarrollo en el Chocó, Valle del Cauca, los departamentos costeros del Caribe y el eje cafetero. Durante los últimos años el CNA creció en organización e incidencia pública, al ser uno de los protagonistas de las protestas agrarias. Dos de las vocerías de la Cumbre a nivel nacional las ocupan dirigentes de este espacio: Rober Daza, productor cafetero de Nariño, quien fue presidente del CNA hasta hace pocos meses; y Marylén Serna, campesina del Cauca, proyectada como vocera del Congreso de los Pueblos en la Cumbre. De este sector surgió el referente campesino Alberto Castilla quien, con apoyo de su movimiento, logró una banca en el Senado de la República en las elecciones de 2014.
El desarrollo urbano es otra de las particularidades del Congreso de los Pueblos, lo que se manifestó en la organización del Foro Social Urbano Alternativo y Popular realizado en abril de 2014 en Medellín y se ratifica en un generoso despliegue de movilizaciones diarias, tomas y plantones en las principales ciudades durante esta Minga Nacional. Otros ejes de desarrollo del Congreso de los Pueblos son las movilizaciones estudiantiles y, en el plano electoral, la apuesta dentro del Polo Democrático Alternativo (PDA) desde una fuerza propia, Poder y Unidad Popular (PUP).
Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC): Antes de la conformación de la Cumbre, esta organización indígena (la más grande y combativa de Colombia) había realizado en octubre de 2013 su “Minga Social, Indígena y Popular Por la Vida, el Territorio, la Autonomía y la Soberanía”. Desde entonces mantienen diálogos propios con el gobierno, hecho que no les impide ser parte del pliego general y participar activamente de las movilizaciones nacionales. Sus reivindicaciones actuales se centran en el reclamo de dos decretos, uno que establezca “los mecanismos para la efectiva protección y seguridad jurídica de las tierras y territorios ocupados o poseídos ancestralmente y/o tradicionalmente por los pueblos indígenas”, para que los resguardos y cabildos indígenas puedan ir tomando bajo su gestión temas cruciales como salud, educación, agua o alcantarillado. El otro decreto que reclaman apunta a lograr el reconocimiento de mayores niveles de autonomía, de manera que los territorios indígenas dependan menos de los gobiernos municipales.
En la actual Minga Nacional los indígenas protagonizan los bloqueos más duros en el suroccidente del país, donde se dieron las represiones que se cobraron las vidas de tres comuneros en la última semana.
Proceso de Comunidades Negras (PCN): Expresa al sector organizado más visible de los afrodescendientes en Colombia. Luchan por el cumplimiento de los derechos étnicos, contra el racismo y por el territorio. Esta última demanda la expresan a través de la figura de Consejos Comunitarios, reconocida a partir de la reforma de la Constitución Nacional en el año 1991 y reglamentada en la ley 70 de 1993, aunque este reconocimiento no se cumple por parte del Estado. El PCN mantiene, al igual que la ONIC, su propia mesa de interlocución con el Gobierno.
Las comunidades negras del PCN se suman allí donde la Cumbre organiza movilizaciones, aunque el aporte de mayor magnitud en el marco de la Minga Nacional que inició el pasado 30 de mayo es el bloqueo del Puerto Internacional de Buenaventura. Movilizaron 130 lanchas para ocupar la zona marítima e impedir la entrada y salida de mercancías en uno de los principales puertos del país.
Marcha Patriótica: Se define como un “movimiento político y social”. Nació en abril de 2012 y según su Declaración Política busca alcanzar “la segunda y definitiva independencia”. Al ser un sector político visible en la coyuntura colombiana, y al compartir puntos programáticos con lo que se debate en La Habana, dirigentes de Marcha Patriótica han recibido amenazas y persecuciones por señalamientos de supuestos vínculos con las FARC. Por ello un eje importante de su accionar, además del apoyo a las negociaciones de Paz de La Habana, son las denuncias de violaciones a los Derechos Humanos, en particular el reclamo de libertad de sus integrantes encarcelados, como el dirigente sindical y campesino Huber Ballesteros o el profesor Miguel Ángel Beltrán.
La Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina (Anzorc) es la organización campesina más importante que integra la Marcha Patriótica. Reclaman “una reforma agraria territorial estructural”.
Ascamcat, la organización campesina más fuerte de Anzorc y de Marcha Patriótica, hizo público a través de un comunicado lo que terminó siendo la posición mayoritaria de todo este sector dentro de la Cumbre: “En reunión efectuada en asamblea general se ha tomado la decisión de no participar en la movilización (…) Nuestra prioridad será el impulso de la marcha por la paz que se realizará el próximo 15 de julio en respaldo a los diálogos de paz entre las FARC, el ELN y el Gobierno”.
Otras organizaciones de diversa fuerza y extensión territorial han participado, con distinta intensidad según el momento político, de la Cumbre: la Coalición de Movimientos y Organizaciones Sociales (Comosoc); la Mesa de Unidad Agraria (MUA) que es resultado de la confluencia agraria posterior al Congreso Agrario de 2003, y hoy mantiene sus agrupamientos de base sin identificarse con ninguno de los bloques mayoritarios; o la Asociación Campesina Popular (Asocampo).
Dentro de los sectores sindicales, la coordinación con la Cumbre aún es débil (el movimiento obrero no logra recomponer todas sus fuerzas tras décadas de asesinatos masivos de dirigentes primero, y procesos de cooptación más recientes), aunque son de destacar las coincidencias coyunturales fruto de acuerdos de movilización, como sucedió el pasado miércoles con los maestros de la Federación Colombiana de Educadores (Fecode), que movilizaron masivamente junto a sectores urbanos de la Cumbre en todo el país, Asoinca, que hizo lo propio en Cauca, o los transportistas de la Federación Colombiana de Camioneros, que anunciaron a partir de las 0 horas del lunes 6 un Paro Nacional del sector en busca de negociar un pliego propio, en coincidencia con las protestas extendidas de la Minga Nacional. Sectores de la Unión Sindical Obrera (USO, petroleros) acompañaron la toma de la sede de Ecopetrol el pasado miércoles, de la misma forma que lo hacen con las movilizaciones de la Cumbre allí donde tienen presencia.
“Insistir en lo que nos une, prescindir de lo que nos separa”
Así dijo el sacerdote, sociólogo y dirigente político Camilo Torres, cuando alentaba la conformación del Frente Unido del Pueblo antes de volcarse a las filas de la guerrilla, hace algo más de 50 años. La consigna (sumada a décadas de resistencia, intentos, frustraciones, enfrentamientos y finalmente aprendizajes al interior del campo popular) parece estar calando serio en el tejido social y político de Colombia. En parte, y aún con desafíos difíciles por delante, eso parece estar expresando la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular, que está sabiendo sostener un marco firme de unidad en la diversidad. A su interior se encuentran debates diferencias que se van sabiendo procesar.
Esas complejidades quedaron reflejadas en la Asamblea de Delegados de la Cumbre que se realizó en Bogotá el 3 de octubre de 2014, previo al encuentro con el presidente de la República. Un artículo publicado por la Agencia Colombia Informa detalla:
“Jacinto, uno de los voceros de la Organización Nacional Indígena de Colombia -ONIC-, sonó muy transparente cuando reconoció: “Sobre cada uno de nosotros sobrevolaban fantasmas cuando construimos la Cumbre: entre nosotros se escuchaban voces que si César [Jerez, de Marcha Patriótica] sería muy radical, o si los del Congreso de los Pueblos serían esto o aquello; lo mismo imaginamos que dirían de nosotros, que si los indios traerían flechas envenenadas… Pero fuimos construyendo confianzas, y reconociendo que no somos tan distintos, y aquí estamos, valorando la unidad”.
Las diferencias internas están, y tampoco se ocultan. Entre los delegados que escuchaban atentamente las palabras de cada uno de los voceros, no faltaron quienes alertaran que, por ejemplo, desde las comunidades negras parecían concentrarse demasiado en sus propios reclamos, sin integrar las demandas del conjunto; o cuestionamientos a que los voceros de la Marcha Patriótica insistieran en poner como eje principal de la Cumbre su propuesta de Zonas de Reserva Campesina. Esa insistencia choca con la figura de los resguardos indígenas y consejos comunitarios afro existentes, pero también incomoda al movimiento campesino con mayor presencia territorial a nivel nacional, el Coordinador Nacional Agrario -CNA- integrante del Congreso de los Pueblos. Este sector mayoritario dentro de la Cumbre prefiere hablar de Zonas Agroalimentarias y por eso su principal referente, Rober Daza, aún cuidando las formas fue contundente cuando aclaró, tras escuchar al representante de la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina -Anzorc-: “Defendemos todas las figuras, las Zonas de Reserva Campesina, pero también los resguardos, las Zonas Agroalimentarias, no hay un modelo único a llevar a cabo, la unidad debe hacerse sin atropellar a nadie, respetando los distintos procesos”.
Esas tensiones existen, y de seguro seguirán existiendo. “Lo positivo es que ahora tenemos a esta Cumbre Agraria para dialogar en confianza esos problemas, por eso hay que reforzar la unidad”, dijo en su discurso José Santos, vocero del Proceso de Comunidades Negras -PCN-.[4]
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Priorizar lo que une, poner en segundo plano lo que divide, parece ser el criterio capaz de guiar un proceso unitario que debe pensarse de largo aliento en Colombia… Y, teniendo en cuenta los cambios que se operan en todo el continente, por qué no como punto de referencia para todos los procesos populares que construyen y resisten en Nuestra América.
*Pablo Solana es corresponsal de Resumen Latinoamericano y editor de La Fogata Editorial – Colombia.
Notas:
[1] Fueron liberados en la noche del sábado al momento de escribir este artículo, después de las gestiones de vocerxs de la Cumbre con ministros del gobierno nacional.
[2] Los ejes del pliego unitario son: 1. Tierras, territorios colectivos y ordenamiento territorial; 2. Economía propia contra el modelo de despojo; 3. Minería, energía y ruralidad; 4. Cultivos de coca, marihuana y amapola; 5. Derechos políticos, garantías, víctimas y justicia; 6. Derechos sociales; 7. Relación campo-ciudad. 8. Paz, justicia social y solución política del conflicto.
[3] Los ejes que estructuran el programa del Congreso de los Pueblos son: 1. Tierra, territorio y soberanía; 2. Economía para la vida y contra la legislación del despojo; 3. Construcción de poder para el buen vivir; 4. Cultura, diversidad y ética de lo común; 5. Vida, justicia y caminos para la paz; 6. Respuesta ante la violación de derechos y acuerdos incumplidos; 7. Integración de los pueblos y globalización de las luchas.
[4] Cumbre Agraria – Santos, tercer round: sigue ganando la Cumbre Agraria http://www.colombiainforma.info/politica/seccion-politica/1744-cumbre-a… (Colombia Informa, 06/10/2014)