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21/11/2023

En Palestina ocupada, el carcelero y verdugo hace gala de su arsenal represivo cuando la dignidad del pueblo pulveriza sus  murallas. Desde el 7 de octubre, la derrota militar del “Estado de Israel” ha acarreado la multiplicación de las represalias contra el pueblo palestino en todos los ámbitos. Hoy, el mundo es testigo de la desaforada venganza sionista en la prisión más grande del  mundo, Gaza. Mientras tanto, las demás prisiones en las que miles de palestinos son hacinados de manera injustificada son el escenario del arbitrario ensañamiento del ocupante sin que nadie de cuenta de ello. A continuación, se presenta un relato basado en testimonios de prisioneros recientemente liberados o prisioneros que recibieron visitas. No son nombrados por su seguridad o, de serlo, los nombres son ficticios.

“Octubre es una fórmula para el misterio y la afirmación” 

7 de octubre. Son las 6:20. Al cabo de media hora, las noticias comienzan a cristalizarse. En miedo del ruido, ante la sorpresa y jubiloso despertar de los prisioneros, el servicio de prisiones cierra todas las celdas de par en par. Todo el mundo está feliz; estábamos exaltados por sentimientos de fuerza y de victoria. 

Cada retazo de noticias que llegaba ejemplificaba un vasto sentimiento de gloria y orgullo. 

A pesar del corte de todos los canales por el servicio de prisiones, aún conservabamos una antena a través de la cual intentábamos ver el canal local que emitía al-Jazeera. Todo el mundo estaba en estado de shock. Las escenas eran extrañas. Aquello era lo sumo del análisis al que llegaban los medios de comunicación y los analistas.  La batalla está en curso y las sorpresas llegan y crecen, así coo lo hace la derrota de la inteligencia Sionista y la alegría llenó a toda la nación y se instaló en nuestros corazones y en nuestras mentes - las noticias de la captura y arresto de una gran número, elpotencialde vaciar las prisiones completamente. 

Nuestras celdas ahora parecen mazmorras. Regresamos a la vida primitiva, lavando lo que quedaba de nuestras prendas a mano.

Sólo nos dimos cuenta de la magnitud de las sorpresas y de la victoria cuando vimos las caras de los carceleros durante el recuento. Grabados en sus rostros, el odio y tristeza eran el signo de su derrota.

9 de octubre, el tercer día. El aislamiento continúa. Apenas nos dejan salir para ducharnos. A cada intento de extender una antena al exterior para captar un poco de noticias, el carcelero se precipita a cortar el cable.

La situación empeora: más y más presión. Pero las conmovedoras escenas que presenciamos lo alivian y nos devuelven la dignidad y el orgullo robados. Estas escenas se sumarán a una serie de momentos históricos de octubre, un mes en el que el increíble coraje de los titanes reafirma una y otra vez nuestra narrativa fundacional, y al que este octubre presenta un nuevo modelo definitorio para nuestra lucha contra la ocupación.

10 de octubre. La mañana no es diferente, salvo por la llegada de una unidad de búsqueda que causa estragos en la célula. La represión nos hace comprender la magnitud de las noticias y el alcance de sus pérdidas. Nos damos cuenta de que cada escalada se produce en respuesta a la resistencia que marca nuevos logros y les asesta dolorosos golpes.

12 de octubre. Como en el día de la invasión, el colono despliega la ignominia de su tiranía.  Las medidas se intensifican y la presión alcanza su punto álgido en la mañana de hoy. La unidad de supresión irrumpió por la mañana en el pabellón vecino, hostigando a los presos en sus celdas. Los gritos, los ruidos y las palizas se hicieron más fuertes. La comida es escasa y poco hecha; el pollo tiene incluso plumas.

Las comidas proporcionadas no bastarían siquiera como alimento para un pájaro.

La electricidad ha estado cortada todo el tiempo; sólo se restablece durante el "recuento" que tiene lugar tres veces al día.

13 de octubre. La situación no ha cambiado significativamente. Al contrario, cada vez es más dura y compleja.

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Días de abrumador silencio y angustia. Falta de información. Sabemos, sin embargo, que con el discurrir de los días la situación se deteriora y la represión persiste.

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19 de octubre. La tensión aumenta. Las unidades de búsqueda han comenzado sus incursiones. Lo único que me preocupa son unas cuantas fotos, mi fuente de energía y vida en cautividad, y algunos trozos de papel.

21 de octubre. El servicio penitenciario ha lanzado una nueva campaña - registros y acoso en los pabellones y confiscación de todas las pertenencias personales y comunes. Se lo están llevando todo - cada preso se queda sólo con dos juegos de ropa interior, una toalla y una funda. No hay zapatillas, sólo sandalias. No queda nada en las celdas.

Los carceleros se han apoderado de todo, incluida la placa eléctrica que los detenidos utilizaban para cocinar y calentar la comida, los bolígrafos y el papel que eran la única vía de escape al estado de desposesión que viven; incluso se les priva de visitas clínicas y de pruebas médicas.

Los carceleros arrojaron huevos a una de las celdas. El mal olor de los huevos invadió esta celda y la celda vecina. No contentos con ello, los carceleros confiscaron los utensilios de limpieza para que el olor impregnara el lugar. 

Para quienes llevan mucho tiempo en las cárceles y han vivido diferentes acontecimientos en ellas, es la primera vez que se toman medidas de este tipo- la situación en las cárceles es similar a la de 1968.

Los detenidos han tenido que recurrir a beber agua de los grifos contaminados de las celdas, que huelen mal. En la celda en la que antes habían 6 prisioneros ahora hay 12. 

23 de octubre. Uno de los peores días. A las 9 de la mañana exactamente, las unidades de supresión entraron en la celda. El registro se prolongó hasta bien entrada la noche, hasta las 11 de la noche. Durante todo ese tiempo estuvimos esposados sin electricidad ni agua. Volvimos a la celda y lo único que nos importaba era que habíamos podido esconder algunos papeles y un bolígrafo. Eso nos era suficiente en medio del terrorífico revuelo.

Tras ser asaltada, la celda estaba sucia -había huevos rotos esparcidos, todo había sido confiscado; la celda estaba completamente desolada, sin ningún objeto. Era otro tipo de Nakba. Podíamos ver la malicia en sus ojos mientras lo destrozaban todo.

Incertidumbre. No sabemos lo que ocurre fuera. Tampoco sabemos qué medidas represivas tomará el servicio penitenciario a continuación.

Mi cuerpo está agotado -quizá por pasar largos periodos sentado y durmiendo dentro de la celda (de unos 5x3 metros), y por las restricciones del tiempo de patio durante el que antes caminábamos (el patio medía unos 18x10 metros). He empezado a hacer algo de ejercicio en el pequeño espacio que compartimos 8 presos en la celda, ya que se ha convertido en el único espacio del que disponemos.

Ducharse se ha convertido en una tarea imposible para los detenidos. Antes, los detenidos se duchaban fuera de los pabellones, en un espacio designado llamado “duchas”. Este espacio suele estar cubierto por una tela, que el servicio penitenciario confiscó. En consecuencia, los detenidos se ven obligados a ducharse al aire libre, a lo que se han negado, optando en su lugar por lavarse en sus celdas utilizando recipientes de plástico.

No hay fregonas en las celdas. Se las pedimos al carcelero y o traen una o el agua se queda esparcida por el suelo.

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Desde el 7 de octubre, se prohíbe a los presos salir al patio, que ahora se limita a menos de 15 minutos por cada celda del pabellón, al tiempo que se impide que se mezclen presos de distintas salas del pabellón. Cuando por fin permitieron la visita del abogado de Abu Nidal (compañero de celda del autor), su mente no ahondó en la justicia que ello pudiera acarrear, por cuanto su más ansiada expectativa eran los pocos pasos que podría dar en los cuatro metros cuadrados de lo que dispondría en la sala de reuniones de abogados. 

Abu Nidal camina un poco y la comisura de sus labios dibuja una sonrisa - una sonrisa de victoria y de anticipo de la libertad.

Nidal me preguntó: ¿te casarás pronto fuera?  ¿Qué tan optimista crees que es nuestra gente sobre nuestra libertad?

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Pensando en esas palabras, recuerdo que el 7 de octubre pregunté a Nidal sobre una pila de libros que recibiría en prisión; me respondió de inmediato: ahora no los necesito, mi padre los leerá pronto bajo un cielo libre.

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Testimonio de presos políticos palestinos