Conocimos a Maria, cuando empezamos a acompañar a las comunidades del Jiguamiando y del Curvarado en su proceso de resistencia civil por la vida y el territorio en el 2003. Ella compartió con nosotras, con mucha generosidad, su lucha por defender el territorio de las comunidades y lograr el retorno, a pesar de la presencia de los paramilitares y de las empresas de palma aceitera que se aprovecharon de su desplazamiento para adueñarse de sus tierras.
Su muerte nos deja muy tristes, pero para aliviarnos tenemos muchos recuerdos llenos de calor y de cariño... Pensamos en esa postura, piernas abiertas con su falda larga, los codos en las rodillas, escuchando la reunión con los ojos cerrados pero siempre pendiente y con ese cigarrillo sin filtro que fumaba al revés, costumbre de las épocas donde había que esconderse en el bosque de las tropas paramilitares, durante la operación génesis del 1997.
13 desplazamientos, meses sobreviviendo en la selva, hasta llegar a Bella flor Remacho donde la conocimos, la grande, la famosa, dura y cariñosa Ligia Maria Chaverra.
Desde esa cocina de fortuna, en ese pedazo de tierra prestado mientras pudiera retornar, siempre tenia una brasa para compartir a quienes no eramos tan buenas para prender el fogón... Cuantos tintos nos tomamos en su casa, donde podíamos conversar, fumando cigarrillos, hasta tarde en la noche... Hasta que un día nos fuimos, a dar un gran paso, un paso que esperaba ella hace tantos anos, hacía el Curvarado, primero al Tesoro, y luego finalmente a su lugar de origen en Camelias, donde algunas pudimos volver a verla en los últimos años.
Representante legal del Consejo comunitario del Curvarado, lucho sin descanso en contra de hombres de plata, empresarios malvados, que querían transformar sus bosques en horizontes infinitos de palma aceitera, y convertir el campesinado en esclavos de plantación.
De la misma esclavitud de la cual escaparon los y las palanqueras que fueron a vivir en el fondo de la densa selva del Bajo Atrato. De la misma historia de lucha que forjo el carácter de esa increíble matriarca Ligia Maria Chaverra.
Su cuerpo nos dejo hace unos días, pero su espíritu seguirá guiando nuestros pasos y alimentando generaciones de dignidad. Ella que a pesar del miedo constante, denuncio sin parar y por donde le tocaba, a los responsables del desplazamiento y del despojo de la comunidades del Curvarado y Jiguamiando, hasta internacionalmente.
Recordamos sus sorpresas durante su gira en Canada, por algunas de nuestras costumbres... Para ella, tomar una ducha con agua caliente era una cosa horrible... y solo pudo sobrevivir a nuestra comida porque le conseguimos una caja de plátanos verdes que transportamos con nosotros en la camioneta durante todo su recorrido, donde cada noche, contaba una y otra vez la historia de resistencia de sus comunidades y la necesidad de denunciar al gobierno colombiano por todos los atropellos que hacia en contra de su pueblo.
Recordamos cuando volvió a su comunidad, sus cuentos de Canadá, cuando contaba a una multitud de nietos y nietas propios o de por ahí, que había visto un barco alto como un edificio y como en todas las tiendas las puertas mantenían cerradas a pesar de que los comercios estén abiertos... Cada gira de denuncia de los atropellos vividos se convertía en unos deliciosos cuentos para escuchar por la noche. Eso hacía Maria, convertir cualquier percance en una inolvidable aventura.
Llevo todas sus luchas con grandeza y con mucha humildes a la vez, vivió su vida intensamente y con orgullo y supo transmitir a muchas generaciones su sed de paz y de justicia. Lucho sin descansar para los demás y ahora por fin puede descansar. Maria era una persona mas grande que la vida y por eso sabemos que seguirá presente en las historias de todas la comunidades que defendió y en cada uno de nuestros corazones como un modelo de esperanza, como la expresión misma de la dignidad.