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15/10/2009
El 14 de octubre de 2008 fue asesinado el defensor de derechos humanos, Walberto Hoyos Rivas, líder del Curvaradó, amante de la justicia, de su búsqueda y de su afirmación. Investigador cotidiano que con el olfato de su indignación fue reconstruyendo el cuadro de la estructura paramilitar, sus nombres, su papel y su operación con lo institucional, la identificación de los beneficiarios y los responsables de buscar piso legal a la ilegalidad entre notarios, comisionistas. Defensor de Derechos Humanos, líder comunitario de Curvaradó 14 de octubre de 2008 Memoria y Justicia Un año de impunidad Sin guardarse absolutamente nada con lujo de detalles relataba al gobierno lo que ellos ya sabían. Refería a las reuniones de Jhon Fredy Rendón Herrera, “El Alemán”, con los empresarios bananeros y palmeros, la definición de estrategias políticas con Rubén Darío Quintero y la interacción en la criminalidad con la brigada 17. Describía como las operaciones eran financiadas por el sector empresarial y los traficantes de drogas consentidos por la fuerza pública. En septiembre de 2007 fue víctima junto con su hermano de un atentado que lo obligó a salir temporalmente de Curvaradó hasta que logró recuperarse de las heridas. A su regreso a la región, luego de un exilio forzoso de cerca de 6 meses, que le devoraba el alma, por estar seguro de que se estaba a punto de lograr la verdad, la justicia y la restitución de las propiedades despojadas, y las amenazas le impedían seguir anunciado la verdad, llegó con esquema duro de protección del gobierno. Pero justo, el día de sus crimen en Caño Manso ni los escoltas del DAS, ni la policía brindó garantías para su movilidad, información conocida por los responsables del crimen. A la Zona Humanitaria llegaron los sicarios, sin ser requeridos en los retenes militares o policiales que usualmente se colocan desde Belén de Bajirá. Uno de los que minutos después dispararía a Walberto dialogó con los administradores de los narco-paramilitares empresarios que ocupan de mala fe el caserío de Caño Manso. Se trata del Coronel Hugo Fenel Bernal Molano y su familiar Luis Felipe Molano, que instalaron en el poblado del que fue desplazada la comunidad, las Haciendas Villa Alejandra I y II. Los sicarios luego de departir con los ocupantes de mala fe ingresaron arbitrariamente a la Zona Humanitaria y en medio de la comunidad, por la cual el luchó, le dispararon, una y otra vez y otra vez. Salieron e inmediatamente regresaron para rematarlo, no era posible dejarlo vivir. Su asesinato fue en el corazón de la resistencia comunitaria, los victimarios y sus beneficiarios esperaban que la comunidad huyera despavorida, pero no fue así. El cuerpo se hizo vida en la comunidad, como lo expresó Miguel Hoyos, su hermano, hoy exiliado. “A Walberto le quitaron el cuerpo, pero su espíritu sigue andando, el vive en la comunidad, se ha multiplicado su cuerpo”. La comunidad no ha huido se quedó, hace pocas semanas asesinaron al patriarca Benjamín Gómez, los responsables materiales son los mismos, que se pavonean al lado de la policía y de los militares de la brigada 15, quieren matar a todos gota a gota, para evitar el escándalo. Desde el gobierno nacional se simula el desmonte de los paramilitares, capturan a Daniel Rendón Herrera “Don Mario”, semanas después a “Mateo”, pero todo sigue igual porque la institucionalidad está infestada de criminalidad. A pesar de las misiones del General Oscar Naranjo y del propio Uribe, todo es lo mismo, pues la estrategia es disimular. Hoy un año después se recuperó parte de su territorio ocupado con corrales para el ganado y pudieron ampliar su Zona Humanitaria. Hoy, un año después, en la esquina de la zona donde cayó, existen un jardín y un monumento con un muro de ladrillo y cemento en el que reposa una urna de vidrio con la foto de Walberto, su fotografía y dos camisas que quedaron en la comunidad, porque como cantaron en la conmemoración celebrada en asamblea de la Asociación de Zonas Humanitarias y Zonas de Biodiversidad: “la memoria de Walberto siempre está en nuestra mente, vivirá, vivirá en esta comunidad”. Walberto sabía por que lo podían a matar y quienes serían los asesinos, los mismos que despojaron al Curvaradó de sus territorios 13 años atrás, los mismos que gozan de la ganadería extensiva en Villa Alejandra I y Villa Alejandra II, los mismos que atentaron contra él y su hermano Miguel en el 2007; los mismos que constituyeron Asoprobeba y cometieron el crimen en agosto de Benjamín Gómez. Los que no dan con el paradero de los criminales que se pasean a la vista de todos, son las autoridades. El crimen sigue en la impunidad. Hoy un año de pasados los hechos no existe un solo vinculado, una sola acusación contra los miembros de la estructura criminal que decidió quitarle la vida a Walberto. Las labores investigativas asumidas el 14 de octubre de 2009 por el CTI de Apartadó, que realizó entrevistas a familiares y testigos del hecho realizando informes donde se dispersó la responsabilidad estatal y paramilitar Las labores preliminares de investigación fueron asignadas a fiscalías de Urabá, después remitida a la Fiscalía Especializada 28 de la Dirección de Fiscalías de Medellín radicado 051726000328200880218. Allí reposan papeles animados por la criminalidad, todo es silenciado, mientras los sicarios urden nuevos crímenes, se burlan de las víctimas, que aun se pasean por Belén de Bajirá. La investigación tampoco indaga por los beneficiarios y administradores de la usurpación de tierra en Caño Manso, no se auscultan los móviles profundos de responsabilidad ni se realizan pesquisas cómo las motocicletas en las que se trasportaron los sicarios, las que libremente están aún en las carreteras con presencia de la Brigada 15 y 17 y la Policía Nacional. A mediados de este año las investigaciones se enviaron a la Fiscalía 36, Unidad Nacional de Derechos Humanos, sin resultados concretos. Hay una simulación de investigación pero nada más… pero Walberto está en la memoria colectiva gritando desde la conciencia colectiva: No Más impunidad. El monumento comunitario, hechura de pasión por la tierra, expresión de dignificación es un grito de dignificación ante un aparato de justicia que se ha hecho a la medida de la criminalidad del poder. Allí están fragmentos de la historia que grita: Verdad, Justicia y Reparación, restitución de la propiedad. Bogotá, D.C. 15 de octubre de 2009 Comisión Intereclesial de Justicia y Paz
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Justicia y Paz