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24/02/2015

¿Por qué no hay referencia a las problemáticas urbanas en los acuerdos entre las FARC y el Gobierno si el 70% de los habitantes del país viven en centros urbanos? El presente artículo intenta brindar elementos para responder a ese interrogante.

Por Yolima Bedoya. Después de varias décadas de conflicto social, político y armado en el país, hacer referencia solo a los problemas de la ruralidad y no nombrar a los centros urbanos en los actuales procesos de negociación política puede arrojar como resultado indeseado la invisibilización de las realidades urbanas. Mientras más invisibles se mantengan estas realidades, más fácil será hacer de las ciudades lo que el capital internacional necesita.

El actual modelo de ciudad impulsa la formación de un ciudadano liberal, con libertad de comprar, endeudarse, votar, ir a centros comerciales, caminar por senderos peatonales o hacer uso de la ciclovía, cuestiones que le generan la sensación de disfrute de la ciudad  sin tener en cuenta que, dentro de la visión capitalista, el habitante urbano solo es un objeto que consume. Dicha sensación hace que el conflicto se perciba como algo ajeno. Así, no logra relacionar lo que pasa en su territorio con el resto de situaciones del país y por ende, no considera necesario ser mencionado en los procesos de negociación, porque no hay una identificación concreta desde las ciudades con el conflicto.

Para ello las ciudades son disfrazadas con cemento bajo la estética del “desarrollo” mientras la pobreza, la falta de vivienda digna, de empleo, educación, servicios públicos, alimentos, son padecimientos cada día más graves para la mayoría del país.

Pensemos: si la paz es la posibilidad de solucionar las causas de los conflictos y el 70% de los habitantes del país viven en centros urbanos, ¿por qué no hacen parte de las negociaciones? ¿Por qué no hay referencia a las problemáticas urbanas en los acuerdos preliminares entre las FARC y el Gobierno? ¿Porqué no se nombran como escenarios del conflicto?

Podríamos encontrar muchas razones, pero anotaremos las siguientes:

- Los años del conflicto social, político y armado del país, también han sido los años de la configuración y consolidación de nuestras ciudades dentro de la lógica de mercado a nivel global. Las ciudades se erigen como grandes centros de venta y compra de bienes y servicios. Por tal razón, se convierten en centros de disputa. Aunque la base del modelo económico del país sea la locomotora minero-energética, el capitalismo requiere de grandes conglomerados de personas que consuman lo que producen. El actual modelo de ciudad es un gran negocio, por eso no conviene evidenciarlo en los diálogos de paz.

- La construcción de megaproyectos urbanos se ha consolidado a nivel mundial, y en Colombia cada día se consolida más. En 2014 éste fue el negocio que más recursos económicos reportó en el país, por encima de la economía minera. Con el crecimiento de la construcción también se genera un repunte del negocio inmobiliario.

- Hacer referencia a las ciudades en las actuales negociaciones implicaría reconocer cuestiones como:

. El fallido proceso de desmovilización de los paramilitares, bajo el gobierno de Álvaro Uribe.

. Visibilizar la existencia de otro tipo de actores del conflicto armado. Ya no se trataría solo de un asunto Estado – insurgencia, sino que pasaría por el reconocimiento de grupos de narcotraficantes, de control territorial en los barrios, de control del microtráfico y paramilitares.

. Reconocer que en ciudades como Medellín, como consecuencia de la lógica del conflicto, hubo milicias urbanas arraigadas en el tejido social y que, a partir de su exterminio, se señaló, persiguió, encarceló y asesinó a un número importante de civiles.

. Como todo ello no se asume, en los diálogos de paz no se encuentra ningún tipo de alusión a la manera en que se vive el conflicto social, político y armado las ciudades. Para revertir esa invisibilización los movimientos sociales tienen por delante desafíos fundamentales:

- Entender los escenarios de disputa ideológica, política y social de manera más amplia, comprendiendo el potencial de organización y movilización que implica el trabajo en las ciudades.

- Generar alianzas entre movimientos agrarios y organizaciones urbanas que trasciendan la caja de resonancia en que se convierten las ciudades en ocasiones, con propuestas políticas que 'enamoren' y asuman las problemáticas específicas de los habitantes urbanos.

- Poner en el escenario público y popular la importancia de comprender los problemas de las ciudades derivados del conflicto social, político y armado.

- Articularse como organizaciones que realizan trabajo comunitario urbano.

Aceptar las implicancias de dichas situaciones significa darle una vuelta más al desafío de pensar la paz en Colombia, y ampliar el reconocimiento de los sujetos políticos que deben hacer parte de dicha construcción.

Author
Colombia Informa