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07/08/2009

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El Territorio

Desde una perspectiva antropológica se dice que el Territorio está enclavado en el universo simbólico de los seres humanos, es algo que va más allá de un espacio físico, es la habitación colectiva, es el sentido intersubjetivo, ritualizado en la cotidianidad, reactualizado en la interacción con el suelo, el subsuelo, el ambiente y los sistemas bióticos que con él se encuentran.

Las percepciones del afro descendiente del Chocó en el Bajo Atrato sobre el territorio se rastrean en palabras, en modos de hacer, en el cuerpo. El espacio físico es vivido como espacios múltiples, integrales de sentidos. No se trata solamente de un espacio delimitado en que se coloca la corporeidad. No es solo el espacio  en donde se siembra, en donde se recolecta, en donde se caza, en donde se pesca. No es solamente el espacio de afectos en donde se habita, en donde se ama, en donde se sueña, en donde se padece la vida. No es solamente el espacio en donde se oculta o se expresan las riquezas naturales como el agua, las plantas, los árboles, los animales,  que  son sistemas de vida con la propia vida. Son todos los espacios y no uno solo en los que la vida es, en el que se existe.

 

Corporeidad Intersubjetiva

El territorio es la corporeidad intersubjetiva limitada en un espacio físico, es el agenciamiento de una sensibilidad, de una racionalidad, de una voluntad que se expresa en relación con lo que está arriba /aire/ o debajo /recursos naturales/ o lo que está al lado, a la vista, es el ritual que actualiza la memoria, la razón de la piel, la razón del lugar habitado,  la palabra tejida como identidad socio cultural. El territorio es un modo de habitar de sentido. No es simplemente una ocupación material mecánica. Es un espacio entretejido de sentidos y de significados de la historia /memoria/ pasado/ presente

El territorio es el espacio físico, simbólico, de la urdimbre del tejido social. Las pasiones, los amores, las pulsiones existenciales, las estéticas del cuerpo con otros cuerpos, afirmación de sensibilidades, de mentalidades donde se muestra el presente, donde se hace presente el pasado, en donde se resignifica la memoria y se proyecta el sentido del tiempo. Es el conjunto de espacios en donde se arraigan las esperanzas, las memorias históricas populares y los sentidos de las generaciones del por-venir, la tragedia de la guerra, el dolor por los asesinados y desaparecidos, por los torturados y la celebración de un futuro distinto.

En esta comprensión el Territorio es más que la percepción de lo objetivo. La tierra, la siembra, la cosecha, la distribución, y el  consumo. Es interpretación, es sentido, es significado, es representación, es decirse uno  en el colectivo. El territorio es sitio de fundamentación de las relaciones entre seres humanos por las que se puede denominar o nombrar al otro Compañero, hermano, solidario. O a los otros,  comunidad o pueblo. Y  también se puede nombrar al ocupante, al falseante, al invasor, al que dejó de ser y se dejó invadir.

 

Ambiente Territorial

“Nuestro territorio lo consideramos como propio pero también como  de la humanidad, porque es un pulmón del mundo, porque cada ‘árbol que cae por irracionalidad empresarial o la propia es el acabamiento nuestro, de la vida y de la humanidad. Nos sacaron a la fuerza, asesinando hermanos y hermanas, desapareciendo a otros, pero retornamos, y estamos aquí, resistiendo civilmente, cuidándolo,  protegiéndolo, en la guerra, aunque nos toque hacerlo con nuestra propia vida lo cuidaremos” - dicen los afro descendientes de la cuenca de los ríos Cacarica, Jiguamiandó y Curvaradó en el  Chocó1.

La relación establecida entre seres humanos, espacio geográfico rural, espacios existenciales, interacción con el mundo natural, percepción del ambiente, el suelo, el subsuelo, el aire, los rituales cotidianos, los de la ruptura o tiempos especiales son los componentes del Territorio.

El Territorio es la vida tejida de relaciones de subsistencia, de organización social, política, económica, de espiritualidades, que  se manifiestan, se expresan, crean y recrean en la cotidianidad en  formas de vida que estructuran cosmovisiones, cosmogonías, relaciones de poder, relaciones de producción, distribución y consumo, de compadrazgo, de familiaridad, de solidaridad en diferenciados el río, múltiples ríos o caminos de herradura o de servidumbre entre otros.

La interacción en el Atrato es distinta en el Perancho, el Peranchito o el Cacarica. La significación del río La Balsa es cualitativamente distinta. La corporeidad se manifiesta de modo distinto. Revienta los miedos, los temores, la rabia, el dolor, la indignación

La habitación de las Zonas Humanitarias tiene una significación distinta en relación con el resto del Territorio Colectivo. Es un espacio protegido, de algún modo sacralizado, de protección ante la agresión militar o su ocupación o circulación en otros espacios territoriales. El resto del Territorio es riesgoso, y no por ello habitado, pero el modo de estar en él es diferente.

La habitación de las Zonas de Biodiversidad ubican en una dimensión del trabajo, de la satisfacción de necesidades básicas, de protección ante la agresión empresarial. Una dimensión planetaria y de solidaridad. Somos parte de la humanidad, somos parte de la responsabilidad ante la crisis ecológica mundial. Somos sujetos colectivos de la solidaridad, de la protección de la humanidad.

La habitación de un territorio expresa la memoria milenaria, la identidad resignificada que los hace diferentes al resto de otros grupos humanos. El espacio físico es una condición material de la identidad sociocultural donde se dice el universo simbólico, donde se ritualiza cotidianamente la vida o donde se da sentido a los rituales particulares en donde se funda el mundo y se proyecta el futuro de los pobladores del sector rural, llámense indígenas, llámense Afro, llámense mestizos.

La tierra esta ahí para ser habitada, dar sentido. En ella se trae, se ubica y se expresa la memoria. Allí se provee de todo al ser humano, a los cercanos y a los lejanos, a los conocidos y a lo extraños. La habitación empieza a conocer el misterio oculto, los cambios del color del agua, las múltiples especies de mariposas, el revoloteo de aves por temporadas, las afecciones ambientales, los ritmos del espacio habitado.

Las espiritualidades que se suman, que se encuentran en danzas, en rezos, en rituales que depositan estos grupos socioculturales desde sus localidades, desde sus espacios humanitarios habitacionales donde reafirman sentidos de pertenencia.

El territorio empieza a ser descubierto, reconocido como la casa propia, como habitación familiar, como techo de la humanidad. El Territorio habitado es así la intersubjetividad que permite llamar a otro como hermano o compañero o solidario y permite percibir el sentido de la habitación, nuestra lucha por la tierra es lucha por lo material, es sentido por la dignidad, es construcción por la humanidad.

 

Existencias de sentido

Hay espacios propios, exclusivos, núcleos fundamentales, concepciones territoriales propias, originarias que fundamentan la razón de ser de la identidad y de la afirmación, de la resistencia. Pero también existen espacios de sentido compartidos en Territorios de convivencia interétnica, existencia compartida de sentidos, entremezclados de  comunidades y pueblos originarios y en sus sentidos de representación con colonos, campesinos sin tierra. Diversos sentidos se entrecruzan, se encuentran, negocian palabras, sentidos, rituales, concensúan y mimetizan prácticas y modos de expresión del sentido.

 

Existencia / Memoria Propia

En el primer tipo de existencia de sentido se comprende el Territorio en el alma, en la vida de la historia. El pueblo  U´WA2, se niega a las exploraciones sísmicas y explotaciones petroleras en su espacio territorial, permitir ese tipo de actividades es desangrarse y por eso resisten. Comparan el petróleo con la sangre que corre por las venas de los seres humanos. Si se permite la explotación de este recurso, la tierra y la humanidad sufrirían un gran desequilibrio, es como,  si se extrajera toda la sangre a un ser humano, este se debilita y se muere. Ante esta cosmovisión, ontogénesis las  autoridades tradicionales manifiestan la decisión  del suicidio colectivo si la multinacional OXI obtenía los permisos por parte del gobierno a explorar y a explotar el petróleo. En ningún momento esta afirmación nacida como fundación del mundo y razón de ser el mundo niega el encuentro con otras culturas, pero la razón, la raíz de la decisión es propia de una identidad milenaria3.

Las comunidades Afro del Cacarica, Curvaradó y Jiguamiandó, Bajo Atrato, Departamento del Chocó, están conformadas por personas que afirman ser descendientes de africanos. Sus rasgos fenotípicos tez oscura, frente amplia, nariz ancha, piezas dentales de color blanco, bien perfiladas, grandes y fuertes,  boca prominente, labios gruesos, cabello ensortijado, caja toráxica amplia, armonía en el conjunto físico atlético, estatura promedio de 1.75 mts   son rasgos característicos de los provenientes de África.

Este grupo humano desde hace siglos ha desarrollado formas de vida acorde a condiciones y circunstancias propias en Colombia. La significación del territorio, la apropiación y el uso de los recursos, que estas comunidades han establecido son características propias de una sociedad que mantiene en su presente tradiciones y costumbres de la cultura africana.

La concepción sobre la pertenencia a la tierra por parte de las comunidades del Bajo Atrato es comunitaria, de amplitud, donde buscan o pueden desarrollar todas las actividades cotidianas que les permite su sobrevivencia en plena libertad, sin ningún tipo de impedimentos. Así entonces cazan, pescan, siembran, redistribuyen, logrando también el establecimiento de sus redes sociales en toda la dimensión territorial, uno de los principales y esenciales medios utilizados en el tejido de esa red social es el río.

El territorio se convierte en elemento fundamental de vida en estas comunidades, es interiorizado y asumido como un todo integral, así lo manifiestan los ancestrales habitantes de esta localidad:

“El territorio para nosotros, todas las comunidades de aquí en general significa que es nuestro padre, nuestra madre, nuestro hermano, son nuestros hijos. Es toda la familia porque de hecho, ahí es donde conseguimos la alimentación, la salud, la educación. Porque territorio es todo lo que identifiquemos como flora y fauna, porque de los animales de ellos sobrevivimos nosotros, de ellos nos alimentamos, de la vegetación de ella también nos alimentamos y vivimos, sin el creemos que no podíamos vivir ninguna clase de persona”.

El conocimiento local es algo característico y propio también en estas comunidades. Los patriarcas y matriarcas son las personas que representan la sabiduría. Ellos manifiestan el conocimiento sobre plantas alimentarias y medicinales y sus diferentes usos, como también  de sitios sagrados que se convierten en reguladores de actividades y de control sobre el medio. 

Las formas de organización social que estas comunidades han podido establecer a través del tiempo presentan características diferentes a los otros grupos humanos que habitan el territorio colombiano. El rol que desempeñan las mujeres, los jóvenes, los ancianos patriarcas y matriarcas, los hombres, niños y niñas, en la construcción y afirmación de su estructura social traen a la memoria características de sociedades tribales.

Las formas de resolver las situaciones que afectan las relaciones internas como también  externas de estas comunidades ha determinado la capacidad de aplicar una forma propia de justicia comunitaria durante mucho tiempo. Esto tiene relevancia en el sentido que en la medida que se encuentran las formas en que se han resuelto estas dificultades al interior de las comunidades se puede hacerlas valederas dentro del principio de la autonomía o autodeterminación.

Estas formas organizativas de ver, recrear y reafirmar el territorio, se han visto intervenidas por el Estado colombiano, que a través de la constitución de 1991 y concretamente con la Ley 70 de 1993 reconoció su identidad cultural, pero condujo a estas comunidades a establecer nuevas figuras y formas de organización como los consejos comunitarios, mayores y menores, con ellos surgen figuras nunca antes vistas por las comunidades como el representante legal de los consejos mayores

Constantemente están denominándose como afrodescendientes o afrocolombianos, esto indica que provienen de  una misma raíz,  esta auto denominación  está inscrita en  el concepto de sociedad tribal construido desde la academia: 

 “una población culturalmente diferente cuyos miembros se consideran descendientes de un mismo antepasado, o como parte de la misma “gente”. Se generan principalmente entre los pastores y horticultores. Las tribus son básicamente igualitarias, sin diferencias importantes entre los miembros en cuanto a la riqueza, el estatus y el poder”4.

Las formas de vida establecida definen o reafirman su carácter, su identidad cultural,  en expresiones como la ubicación y distribución de los espacios habitacionales, que generalmente se establecen a lo largo de las riberas de los ríos. Las formas de celebrar sus fechas especiales como siembras, matrimonios, fiestas patronales, elaboración de duelos, la expresión con la que desde su oralidad vivencian la memoria colectiva. Desde la oralidad estas personas recrean historias sobre acontecimientos importantes de su vida, como su origen, sobre los astros, los fenómenos naturales, el destacamento de personas en las comunidades, entre otros aspectos. Es este tipo de conocimiento el que se transmite a las  nuevas generaciones prolongándose a través del tiempo, permaneciendo y garantizando así  en ellos las características que los hace diferentes.

Desde el universo mágico religioso estas comunidades también reafirman su carácter tribal en la medida que practican algunos rituales con los cuales alimentan su vida espiritual y  recrean la cosmológica sobre su territorio. La práctica de cortar el ombligo a los y las recién nacidas, enterrarlo o arrojarlo en el río tiene un sentido de unidad, permanencia, arraigo y seguridad en la vida de estas personas, es la certeza de la pertenencia al territorio y la conservación de la memoria histórica y colectiva de su pueblo. Las creencias que existen en estas comunidades también los diferencian culturalmente de otros grupos humanos en Colombia. El respeto que profesan sobre los espacios sagrados como el cementerio es una muestra de ello, este espacio solo puede visitarse una vez al año, que coincide con el día de los difuntos que es en la  fecha del 1 de noviembre. Existe la creencia que si se visita otro día distinto, vendrán catástrofes y más muertes sobre la comunidad.

Las leyendas y los mitos que se han construido en estas comunidades, están indicando un sentido de permanencia  en el  tiempo y en el espacio que les permite dar nuevos significados al territorio y acomodarse a nuevas situaciones en sus vidas.

La forma de vida de estas comunidades que tantas veces se ha visto afectada por factores externos desde el tráfico humano con fines de esclavización, las múltiples formas de buscar la libertad manteniendo sus rasgos de tribalidad han permanecido en el tiempo. Estas comunidades se encuentran amenazadas, corriendo el riesgo de ser extinguidas junto con su territorialidad. Amenazas  por el genocidio, etnocidio y ecocidio en impunidad. Mas aún cuando sobre este espacio territorial, el de la costa pacífica colombiana o corredor biopacífico como se le viene denominando existe el interés de convertirlo en un escenario de múltiples proyectos de envergadura multinacional y nacional por parte de algunas empresas extranjeras y privadas en Colombia.

 

Existencia, Memoria Compartida

Pero igualmente otro tipo de interacción ocurre en el Bajo Atrato, en el que respetando sus espacios, prácticas, usos y costumbres se entremezclan, dando diversidad de sentidos. Tanto los indígenas, como los afro descendientes y los mestizos, en esa relación de hermandad con el territorio llegan a establecer acuerdos de permanencia en el mismo, tratan de equilibrar y regular su comportamiento y las formas de uso sobre él, conviven en armonía como sujetos colectivos populares.  

La tradición, la memoria se hace presente como intercambio de sentidos en el espacio territorial. Los  ancianos, las ancianas, los patriarcas, las matriarcas, los médicos tradicionales, los chamanes, los mamos, los taitas, entre otros, son las personas que han poseído y mantienen la sabiduría que el Territorio les ha proporcionado. Es así como manifiestan el conocimiento sobre plantas alimentarías y medicinales y sus diferentes usos, como también  de sitios sagrados que existen dentro del territorio, que se convierten en reguladores de actividades y de control sobre el medio. Es así  como se reconoce las prácticas colectivas frente a la violencia, como se definen mecanismos de protección y sentido de interpretación de la violencia. Es de este modo, como se resignifica el modo de estar, de ser, de existir en el territorio.

El territorio se convierte en un espacio donde el ser humano y la comunidad construyen organización, formas de vida asociadas, ellos, los habitantes del territorio organizan actividades y jornadas de trabajo comunitarias con diferentes denominaciones, de acuerdo a las características socioculturales de cada grupo humano, mingas en los indígenas, convites en algunas comunidades mestizas, trabajo comunitario en el afro.

Este tipo de actividades implican una responsabilidad de todas y de todos en el territorio como espacio macro colectivo.

 

DESTERRITORIALIZACION

En el derecho interno e internacional se acepta y reconoce el desplazamiento forzado como consecuencia de la acción violenta. Se enfatiza lo fáctico o de hechos contra derecho y define a partir de la Art. 17 del Protocolo II, las responsabilidades estatales. En Colombia la ley 387, los Principios Rectores del Desplazamiento Interno y una Sentencia de la Corte Constitucional, pronunciamientos de la Defensoría del Pueblo y la Procuraduría General de la Nación, dan cuenta de la importancia normativa que ha tenido el hecho del desplazamiento, calculado en los últimos 5 años en 3 millones de personas.

Igualmente en el Derecho Interno y en el Internacional se reconoce la propiedad de la tierra. Y existe un reconocimiento, en particular de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre pueblos indígenas y tribales en el sentido de la responsabilidad estatal de adoptar medidas que reconozcan la diversidad cultural, la diversidad de usos y costumbres.

Es claro en términos jurisprudenciales y normativos que el desplazamiento interno se tipifica y es de naturaleza diferente al refugio o a otras situaciones migratorias por razones económicas.

Sin embargo, el concepto, aún con su relevancia jurídica no es suficiente en la comprensión de la condición en que se pone a un grupo humano, familiar, colectivo y social. Por eso desde la comprensión en los apartados anteriores, preferimos hacer uso del término desterritorialización.

 

El desplazamiento hace alusión a la plaza, concepción moderna, urbana o semirural, que si bien puede indicarnos que existen movilidades por el uso de la violencia contra poblaciones,  no da cuenta de la Territorialidad. Es decir, de  la ruptura de sentidos profundos de habitación de espacios físicos, existenciales, corporales, espirituales, perfectamente ubicados en el tiempo y en el espacio, construidos con memorias colectivas en los que se desarrollaban proyectos de vida –sensibilidades, mentalidades, racionalidades, voluntades-.

La comprensión técnica del desplazamiento puede invisibilizar la intencionalidad que existe sobre tal movilidad  generada por la violencia. La ocupación de un espacio físico, con amenaza, con asesinatos, con desapariciones, con bombardeos, con rituales de crímenes va más allá de un desalojo por la fuerza. Es la destrucción integral de espacios colectivos en relación con sentidos de la vida cotidiana, de la existencia, de la memoria.

La desterritorialización es comprendida como la forma forzada de romper con la relación armónica y plural  existente, marcada por espacios de temporalidades extensos entre un grupo humano y el espacio físico –territorio- donde han construido formas de vida en la ancestralidad o en la memoria patente tanto en lo material como en lo simbólico. Es la ruptura forzada entre el imaginario y el realismo del espacio físico donde ha habitado un grupo humano, es la destrucción de una mentalidad, una corporeidad, una sensibilidad, un modo de habitación.

La desterritorialización significa la  negación de toda una historia, negación de los múltiples rostros y voces de los seres que han construido con diversos sentidos su relación en un espacio físico. La desterritorialización significa la imposición de nuevas formas de vida, de sentido, en un espacio físico.

Es incluir el imaginario y la vida de los sujetos de un  grupo humano, de una étnia que ha habitado su territorio,  en otra comprensión territorial, en universos de sentido estructural y cualitativamente distintos.

En las lógicas militares se concibe el territorio por las ventajes militares que pueda generar en la confrontación con el enemigo, por lo que se trata de copar no solamente físicamente sino mentalmente a sus pobladores, se trata de conocer sus expresiones de identidad sociocultural y ubicarlas en claves militares. Pero también, más allá de la guerra, por la protección que se debe brindar a los ocupantes territoriales en lógica del mercado. En la dinámica transnacional que se apropia del espacio y de sus gentes, de sus mentes, de sus corazones, de sus sensibilidades, de sus expresiones estéticas.

La desterritorialización es la pretensión mediante la violencia, la seducción de transformar los sentidos colectivos de ubicación y de habitación de múltiples espacios de pueblos y comunidades. Transformación de lógicas propias a lógicas extractivas comerciales y conversión mercantil de lo existente, o la vinculación a estrategias de seguridad.

Existen por lo tanto miradas sobre los territorios que tienen que ver con la lógica económica de la globalización del mercado que afinan sus miradas sobre los recursos mineros, biodiversos, o que proyectan sistemas de comunicación internodal o de integración energética. Ante estas comprensiones territoriales, quedan pocos caminos para los sujetos territoriales. O se asume la lógica territorial del mercado o se afronta y se transforman los factores de vulnerabilidad territorial.

Los mecanismos de la desterritorialización comprenden diversas técnicas para apropiarse en lo fundamental de la tierra, del subsuelo o de lo que se denomina vuelo forestal. La apropiación es por lo objetivo, lo identificable materialmente y que es comerciable, vendible.

Entre las técnicas, de las que el Derecho no siempre normativiza o que funciona en contravía de la territorialidad y protege intereses privados, se encuentra desde la “concertación” hasta la violencia.

Seducción bajo la figura de la participación en la toma de decisiones, lo que llaman “concertación” o “negociación”. Bajo este mecanismo los desterritorializadores  asumen, en algunas ocasiones, los códigos lingüísticos, los  conocimientos, la sabiduría e identidad socio cultural de los pueblos para subsumirla en una idea de “progreso”, que es fundamentalmente occidental. Igualmente, cuando la formalidad legal protege identidades y derechos sobre la tierra, que es el objeto de interés del mercado, se flexibilizan las disposiciones legales de modo que la posesión de la tierra física reconocida posibilite el ingreso, la ocupación, la extracción. Igualmente, de otro modo, a través de la violencia se impone para que los pueblos asientan sin libertad alguna, por razones físicas de exterminio.

 

Las Pretensiones de la  Desterritorialización

Al ubicarnos en un espacio geográfico como el departamento del Chocó y concretamente en la región del Bajo Atrato, se tiene conocimiento de los grandes intereses que existen allí. La carpeta es amplia y de diversas gamas. Los agronegocios de palma, de banano y caucho, la exploración y explotación del Cerro Careperro a cielo abierto, los Sistemas de Interconexión como las Iniciativas de Integración Regional en Sur América –IIRSA-, los Sistemas de Interconexión Fluvial en Sur América  – SIFSA-, el Plan Puebla Panamá, a futuro Putumayo, Patagonia, Área de Libre Comercio de las Américas –ALCA-, infraestructura vial, Biopatentes, Carretera Panamericana, entre  otros.

Toda esta gama de iniciativas macroeconómicas atenta contra la identidad cultural de estos grupos humanos, contra el derecho fundamental a su vida y a su territorio, son imposiciones a sangre y fuego que evidencian la relación Estado- paramilitarismo5, expropiación territorial, expropiación territorial- narcotráfico.

Estrategias de violencia institucional y parainstitucional iniciadas en 1.996. Entre el 24 y 27 de febrero se desarrolla la Operación “Génesis” de la Brigada 17 en operaciones por aire, por tierra y por agua con unidades paramilitares. Se desatan con posterioridad masacres colectivas, asesinatos, desapariciones forzadas, bloqueo económico. El desarraigo violento coincide con el desarrollo de la siembra extensiva de palma africana y en la siembra extensiva de plátano baby, en el Curvaradó y el Cacarica en las tierras desalojadas.

La habitación de sentidos de estas comunidades de  afrodescendientes, indígenas y mestizos  es transformada, rediseñada. Se desestructura el espacio vital, la geografía existencial se modifica, cambian las costumbres y las tradiciones de estos pobladores convirtiéndolos en trabajadores rurales o en sujetos sin tierras, o identidades fragmentadas o partidas. Se transforma  la geografía, el paisaje, la simbología, la de las armas y la de la inversión económica a gran escala. Lo verde natural reemplazado por lo verde  militar; lo verde múltiple de tonalidades por el desierto, lo verde diverso por banano “baby”. Lo propio se vuelve ajeno, espacios de vida son convertidos en espacios de terror.

La violencia ha generado la ruptura del principio de arraigo establecido por los diferentes grupos socioculturales, esa ruptura forzosa en la relación elaborada y construida entre un grupo humano y territorio, donde se ha establecido físicamente con un universo simbólico.

La ruptura de la cotidianidad del grupo humano lo obliga al reacomodo en otras circunstancias, espacios y situaciones ajenas a su voluntad, deslegitima la autodeterminación con la que estos grupos humanos han actuado en su estancia o habitación.

La guerra estatal se dirige contra las comunidades como una dinámica que trastoca las relaciones, las tradiciones, las costumbres, las formas organizativas, es decir la vida de una cultura o de un grupo humano en los escenarios donde se desarrolla. La existencia de la guerrilla en la región, su tránsito y movilidad en la región se convierte en pretexto bajo el que se justifica la represión ocultando los intereses económicos del conflicto. Entre la guerra estatal de ocupación y la guerra de guerrilla de movilidad, se generan situaciones de reacomodo social en las diferentes culturas que viven o sufren las afectaciones del conflicto.

La guerra como una práctica que obedece a intereses, se realiza con rituales. Se usan formas exacerbadas de violencia o mecanismos refinados para aleccionar, para imponer formas de sentido, para habitar o estar en el Territorio. El asesinato de MARINO LOPEZ, su descuartizamiento y el juego de fútbol con su cabeza, lleva consigo un sentido de terror al cuerpo negro, al pensamiento negro. La base paramilitar permanente en La Balsa, significa la posesión, la ocupación con la que se debe contar para decidir sobre el Territorio Colectivo.

La quema de caseríos en el Curvaradó, el paso de maquinaria sobre los cementerios nos indica la destrucción de la memoria, la negación de la historia habitada.

Los pobladores rurales6 sometidos a la violencia y la ocupación de hecho, dicen de una imposición de un modo de estar en la tierra, de significar el espacio unívocamente como mercancía. La historia reciente que viven los pueblos afro, indígenas y mestizos, la historia de expropiación territorial, tiene que ver con una guerra dirigida hacia el sector rural desde hace varias décadas7.

La desterritorialización forzosa pretende dar fin a la creatividad de los seres humanos desde su cosmogonía y universo simbólico. Es una desestructuración mental, sensitiva, racional  del imaginario individual y colectivo del grupo humano víctima. La condición en que se encuentran en razón de la fuerza, hace inevitable que en la ausencia, en el despojo, en la ruina, en la angustia, en la nostalgia, en el temor, en el terror, en la distancia, en el recuerdo, en la memoria individual y colectiva se busquen mecanismos hacia el regreso.

El territorio en toda su dimensión, con sus espacios amplios, con sus montes y praderas, con sus valles y  riveras, con sus montañas y sus colinas, con sus aguas, con sus ríos  calmados, caudalosos y profundos, con todos sus recursos naturales, con sus mitos, con sus leyendas, con sus vidas, con su memoria está ahí, siendo resignificado por ocupantes, por invasores, por despojadores. En esta condición a la acción violenta se suma, en condiciones infrahumanas, la seducción como mecanismo de legalizar la tierra por parte de los violadores o nuevamente la operación del terror, del silenciamiento.

El círculo de la desterritorialización se  cierra con la legalización de la ilegalidad. La institucionalización del paramilitarismo, con leyes como la mal llamada ley para la justicia y para la paz, la ley de Desarrollo Rural, con el uso de mecanismos fraudulentos con los que vienen legalizando la tierra.

Se trata simplemente de un interés por la tierra, por lo objetivo, o por el subsuelo. Las otras referencias de sentido no significan, por que no reportan intereses económicos. Las identidades culturales solamente pueden ser tenidas en cuenta  si funcionan en los propósitos de consecución del suelo o del subsuelo o el vuelo forestal.     

Si la vida de los seres humanos se encuentra en el territorio y la vida del territorio en los seres humanos, se marca entonces un principio relacional que solo se rompe bajo una mirada o concepción diferente a la de sus ancestrales pobladores o habitantes. A través de la fuerza o de los mecanismos de la seducción se deteriora, se corroen cimientos de identidad.

Esta ruptura, este deterioro que es considerado por las víctimas de la expropiación territorial, como una tragedia, una ruina social en cuanto destruye todo un tejido organizativo, socio cultural y económico de un grupo humano, es lo que se plasma aquí  como un concepto que parte de la construcción elaborada fruto de múltiples diálogos con afro descendientes de estas cuencas, la desterritorialización.

 

TERRITITORIALIZACION

Lo que se denomina resistencia es una reactualización del Territorio. Los pueblos afro, indígenas y las comunidades campesinas que han compartido plurales sentidos en  múltiples espacios, junto a los pobladores mestizos, se niegan a la transformación de sus sentidos. Resignifican la violencia para desarrollar mecanismos de afrontamiento, de afirmación de su Territorio, interpretan en sus nuevos espacios físicos  la transformación de sus vidas y valoran la posibilidad de incluirse o no en el nuevo modelo de economía esclavista, excluyente.

Resistir es negarse a aceptar las propuestas de inclusión de su pensamiento, de su mentalidad, de su voluntad, de sus sentidos de representación en el mundo ocupado, no habitado, por perspectivas de agro proyectos, de obras de infraestructura, de explotación de recursos.

La negación es la ubicación en el momento histórico de la economía mundial que desconoce las posibilidades de plurales identidades culturales, que niega la crisis ambiental planetaria.

Ante la guerra, las comunidades responden con su proyecto de vida desde sus Zonas Humanitarias, espacios humanitarios de distinción como población civil, que le quitan justificación a las violaciones a sus derechos. Allí cotidianamente, desde su autonomía siembran la esperanza, con propuestas escolares propias, que ellos mismos han construido, desde su palabra convertida en herramienta fundamental, donde los niños y niñas, los y las jóvenes aprenden lo que sus mayores enseñan, el conocimiento tradicional En estos espacios las comunidades afirman sus derechos a la vida, al territorio, a la organización, a la  autodeterminación, a la resistencia popular.

Ante la deforestación e implementación de los agro proyectos, de la ganadería extensiva, de la extracción de recursos mineros y biodiversos, ante los proyectos de infraestructura y la expropiación territorial, proyectos de muerte, las comunidades han declarado sus espacios  como Zonas de Biodiversidad. Son mecanismos de afrontamiento a la desterritorialización. Se siembra la vida en diversos sistemas bióticos, recuperando las semillas propias o nativas, sembrando bosque nativo, sin agro tóxicos, realimentando la tierra donde se depositan las semillas de ilusiones y de vida.

Desde el espacio físico en guerra, las comunidades, los pueblos regresan, restos de ellos, ubican espacios en medio de la reducción por el sitiamiento militar-paramilitar. Así estas comunidades afirman el derecho al territorio, a la vida, a la autodeterminación, a   la identidad cultural y en unidad tejen las redes de la solidaridad, la sensibilidad y los sueños por la exigibilidad de  la verdad, la justicia y la reparación integral, desde lo que son, hacen y construyen se convierten en lo que se puede denominar una cultura material de la resistencia.

Cultura de resistencia, que asume el derecho como una posibilidad de afirmar derechos, que conoce de sus límites a través de leyes que  niegan sus derechos reconocidos, como las leyes de agua, leyes forestales, leyes de bosques, leyes de desarrollo rural. Afirmación Territorial que se asume como experiencia de los pueblos del mundo, que protegen milenariamente territorios en los que nacieron, en lo que crecieron, en los que transformaron mundos de mitos, de relatos, de vidas , de sentidos, de modos de subsistencia, que posibilitan que el planeta aún exista, que proyectan modos de vida no consumistas.

 

Notas

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1. Mera Santiago, “Guerra, Desterritorialización, Resistencia y Resignificación del Espacio”, Universidad del Cauca, 2006.

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2. Cuyo territorio ancestral se encuentra ubicado en el Bloque Samoré entre los limites territoriales de los departamentos de Boyacá, Santander, Arauca.

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3. En una similar identidad se fundamenta la cosmovisión del pueblo Guambia. Grupo sociocultural que se encuentra ubicado en el centro-oriente del Departamento del Cauca: Desde hace mucho tiempo, años, vienen afirmando que el territorio es la vida de los seres humanos, que no se puede permitir su destrucción, porque sin el territorio, no se podrá sembrar viento, ni agua y sin el viento ni el agua, tampoco se podrá sembrar la vida.

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4. Nanda Serena, Antropología Cultural, Adaptaciones Socioculturales, Grupo Editorial Iberoamerica, México, D.F. 1987, pag. 257

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5. Operación Génesis nombre de las actuaciones militares por tierra, por agua y por aire –bombardeos- en el Cacarica y Salaquí dirigida por la Brigada 17, al mando del Brigadier General ® RITO ALEJO DEL RIO ROJAS. Diez años después de prácticas de violaciones de derechos humanos los habitantes afro, indígenas y mestizos, observan la ocupación paraempresarial de los Territorios en el Cacarica, Curvaradó y Jiguamiandó. La desterritorialización forzada vehicula en los territorios locales “ausentes” posiblemente a nuestras miradas, pero históricamente presentes en el marco óptico del mercado que cobran elevada importancia en la actualidad.

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6. Aunque la pretensión no es problematizar el concepto en este artículo, comúnmente denominamos campo al sector rural, al bosque, a la selva, a los valles, a las colinas, a las riveras, a las montañas, a lo que es disímil a lo urbano. A quienes habitan en estos espacios la denominamos campesinos, como a quien vive en la ciudad se le denomina citadino. Un campesino es un habitante rural, distinto al urbano, poseedor de una porción amplia de tierra, donde pueda desarrollar las actividades que le garanticen resolver sus necesidades inmediatas o básicas, de intercambio y de reserva, donde pueda expresar con libertad su identidad cultural, donde pueda establecer la red social, esto es asociarse en comunidad con otras personas de sus mismas características, que sienten amor e identificación por su espacio territorial.

El concepto puede sin embargo, obviar o dejar de lado las diferencias particulares en el modo de habitar de indígenas, de afrodescendientes y de mestizos, aunque todos habitan genéricamente en el campo. En Colombia, la franja geográfica rural está habitada por tres grupos humanos, los indígenas, los afrodescendientes y a quienes se les denomina mestizos, personas de diversas descendencias, que han buscado en el espacio rural alguna forma de hacer vida y hacer lugar, han colonizado.

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7. El 9 de Abril de 1948, marca el inició de la llamada GRAN VIOLENCIA. Pequeñas élites de la sociedad colombiana se apropiarían de las tierras abandonados forzadamente por los pobladores rurales. La figura del latifundista o del terrateniente asociada a los partidos de tendencia conservadora era evidente. Así se consolido una sociedad excluyente y referida en las relaciones de poder a la tierra. Al respecto el texto de la violencia en Colombia de Orlando Fals Borda, Eduardo Humana Luna, Herman Guzmán, Tomos I y II (1962—1964)  Editorial Tauros ofrece mayor información.

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Justicia y Paz