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21/10/2013

Traducción de una columna publicada en el periodico quebecense Le Devoir

El jueves 17 octubre, la Policía Montada de Canadá (GRC) atacó una barricada de la Primera Nación Elsipogtog, en Nuevo Brunswick. Desde el 29 septiembre está bloqueado el acceso vehicular de la compañía South Western Energy Resources (SNW) de Texas, que realizaba trabajos de exploración y pruebas sísmicas en el territorio indígena Mi’kmaq, con el fin de explotar el gas de esquisto. Desde el verano pasado, diversas acciones contra la compañía han sido realizadas por la población local, lo que ha producido algunas detenciones. El ataque de la GRC contra la barricada fue realizado la víspera de una jornada nacional de acción convocada para el 18 octubre, pocos días después del ‘Descubrimiento’ de América por Cristóbal Colón, que conmemora 521 años de genocidio contra los pueblos indígenas de las Américas… Como respuesta, ese mismo día se dispersó una ola de protestas y acciones de solidaridad en todo el país.

 

Igualmente, el 17 octubre en Colombia, la armada abrió fuego contra la movilización indígena. La Minga social, indígena y popular había comenzado el lunes 14 octubre con más de 120 000 personas, que respondían al llamado de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) para denunciar “el evidente fracaso del modelo económico, la invasión de proyectos minero-energéticos y los megaproyectos en las tierras ancestrales indígenas, de cultivadores y de descendientes africanos”. Mientras que el Estado colombiano habla de paz, los pueblos indígenas son víctimas de ataques armados de la fuerza publica colombianas. Las organizaciones sociales y de defensa de los derechos humanos en Colombia denuncian la utilización de armas no convencionales por parte de la armada, de casos de tortura y detenciones ilegales. Recordemos que a lo largo del presente año, los sectores de caficultores, cultivadores de papa, los mineros artesanales, los trabajadores de la salud y la educación, han venido movilizándose, habiendo culminado en el Paro nacional Agrario, realizado durante 20 días y que culminó el pasado mes de septiembre, en oposición principalmente a los acuerdos de libre comercio y a la certificaciones de las semillas.

 

Tanto en Colombia como aquí, los pueblos indígenas luchan contra un modelo de desarrollo extractivista, basado en la explotación industrial de los recursos minero energéticos de los suelos. El balance de este modelo es muy diciente: destrucción de los ecosistemas, contaminación de las fuentes de agua potable, guerras, desplazamiento de las poblaciones, criminalización de las resistencias… la lista es larga.

 

En Quebec, se manifiesta la oposición a los proyectos extractivos: gas de esquisto, Malartic, Isla de Anticosti, Gaspesia, Plan Norte, derrocamiento de la línea 9 de Enbridge. Y mientras que el gobierno y las compañías invierten en publicidad y en políticas de “responsabilidad social” para adormecer las conciencias, el balance de las compañías mineras, petroleras y de gas en el mundo continúa dándole la razón a sus más radicales opositores.

 

Aun cuando resulta esencial, oponerse a los proyectos en Quebec no sólo no es suficiente cuando se sabe que 3 de cada 4 compañías mineras en el mundo están registradas en Canadá y cuando conocemos las exacciones cometidas para hacer subir una acción en la bolsa de Toronto*, se hace necesario cambiar este modelo de desarrollo en su conjunto.

 

Proyecto acompañamiento solidaridad Colombia (PASC)

 

* Se trata de los casos que serán examinados por el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) que juzgará las políticas mineras de Canadá en el mundo, en el transcurso de varias sesiones entre 2014 y 2016.

Author
PASC