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Prensa Rural
Miércoles 3 de abril de 2013
El pasado martes 20 de Marzo, en el programa 360 grados de Cable Noticias, Rafael Guarín, exviceministro de Defensa confirmó públicamente, lo que para el movimiento campesino era una verdad siniestramente escondida. Rafael Guarín comprometió al estamento militar actual, al contemporáneo a su gestión y por ende a los que están en Mindefensa después de él. Sí hay un veto ilegal contra las ZRC por parte del ministerio de Defensa.
En una intervención, hacia el final del debate alrededor de las Zonas de Reserva Campesina (minuto 28, 24 segundos del video), el exfuncionario afirmó que él mismo se opuso firmemente a los procesos de constitución de las ZRC. No hablaba él, hablaba el uribismo, los enemigos de las ZRC y de la paz.
Rozando el grito y dándose golpes de pecho, ante toda Colombia, dijo lo que la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina - ANZORC y todas las organizaciones campesinas, con la calma y la tranquilidad del que sabe que no miente, estaban denunciando desde hace meses. No hace falta gritar para que, cuando se ven acorralados, los funcionarios pongan encima de la mesa sus ilegalidades, que por más manifiestas, nunca fueron reconocidas hasta este momento.
En la larga lista de improperios contra las Zonas de Reserva Campesina, Guarín señaló también a las Juntas de Acción Comunal (JAC) del campo colombiano, el exfuncionario aseguró que son mecanismos de control social de las FARC.
Las JAC son organismos de participación política y administrativa del campesinado, principalmente en las zonas donde el estado no hace presencia. Esta figura se encuentra reconocida en la legislación colombiana en la ley 743 de 2002. Durante mucho tiempo ha sido una escenario de participación legal y legítimo del campesinado, una manera de organizarse para resolver sus necesidades. Si algo de infraestructura y de mejoría hay en el campo colombiano es gracias a esas JAC, que han administrado lo escaso que ha ofrecido el estado y, también, han generado algunas pequeñas infraestructuras e iniciativas de desarrollo rural de manera autogestionaria.
Bajo otras figuras más informales, el campesinado lleva hartos años ejerciendo su autonomía, forzado por la coyuntura y el abandono, pero también como vía para establecer una convivencia y resolver los conflictos democráticamente, también en lo que a la administración de justicia se refiere, por supuesto. Y ha funcionado.
La autonomía que ejercen las ZRC y que denuncian sus opositores como la supuesta voluntad del campesinado de crear repúblicas dentro de la república, ya se estaba ejerciendo desde hace décadas, eso sí, sin un peso de inversión del estado colombiano. Como siempre.
Ahí está el fondo de la cuestión, la falta de presencia estatal y de inversión social en el campo y la organización campesina en las regiones como respuesta, en un contexto de violencia estructural y política que el Estado ejerce contra el campesinado.
El establecimiento ha demostrado que no quiere, y que va a impedir por todos los medios, las propuestas de desarrollo rural y que va a arremeter contra cualquier expresión de organización campesina, no importa como se llamen, si Juntas de Acción Comunal, asociaciones, sindicatos rurales o las Zonas de Reserva Campesina. Saben perfectamente que la organización del campesinado pone en peligro sus privilegios.
A día de hoy no existe presupuestado ni un solo peso, ni a través del Incoder ni a través de ninguno de los ministerios, para el financiamiento de los Planes de Desarrollo Sostenible de las ZRC ya constituidas, que son seis. Las que no están constituidas sufren el veto ilegal del Ministerio de Defensa, que aduciendo razones de seguridad nacional reconocido públicamente el señor Guarín, en contravía de la ley 160 del 94, de su artículo 81 y del decreto 1770 del 96.
A día de hoy, el estado colombiano y los poderes fácticos, como siempre, no cumplen ni respetan su propia legislación y ponen en peligro la pieza clave del primer punto de los diálogos de paz de La Habana, atacando a todo lo que huela a progreso rural, ZRC, territorialidad, soberanía alimentaria, Unidad Agrícola Familiar, salud, educación, vivienda o carreteras para el campesinado. Mientras tanto, las vacas del señor precandidato uribeño purasangre del puro centro democrático, Lafaurie, gozan de una hectárea por cabeza y los latifundistas y terratenientes de su clase siguen, lamentablemente, definiendo el futuro incierto de este país.